sábado, 24 de enero de 2015

Mariana se siente dueña (de su propio cuerpo)




 
Aparentemente, Mariana es una mujer que anda por la vida gobernando a su propio cuerpo. La mayoría de las mujeres, por el contrario, suelen sentirse sometidas a los padres, a la sociedad, a un hombre.

Mariana llegó a esta ciudad deslumbrada por lo que le habían contado.

En realidad casi todo se lo había contado su tío, hermano menor de la madre, que tanto hablaba con las manos haciendo gestos como hablaba con las manos tocando a la sobrina, para reafirmar sus dichos y para excitarla maliciosamente.

Ahora que lo digo, no era tan “maliciosa” su forma de hablar tocándola porque ella, al recordar las historias de la ciudad, reforzaba los recuerdos tocándose donde su tío la había tocado.

Más aún, era Mariana la que le pedía esas historias y la que se ponía vestidos muy escotados porque los ademanes que más le gustaban eran los que deslizaban el dedo índice sobre la parte superior, casi horizontal, de los senos.

La muchacha soñaba con aquellos relatos escuchados con todo el cuerpo y contados por unas manos inquietas, atrevidas y suaves...porque, esas yemas solo tocaba las cuerdas de una guitarra y ningún otro objeto menos suave.

Cierta vez, cuando la joven se aprestaba a escuchar una nueva historia sobre la ciudad que el tío describía, lo encontró sentado en una silla muy baja. Faltaba poco para que sus glúteos se apoyaran en las baldosas de la cocina. Mariana se le acercó inevitablemente.

El tío la vio venir, entrecerrando los ojos por el humo de un cigarrillo que pocas veces se sacaba de la boca.

La tarde amenazaba lluvia, relámpagos, truenos muy cercanos. Los demás habitantes de la casa se reacomodarían en sus catres, se arroparían y en la cocina el aire parecía gel, difícil de respirar aunque mentolado para estos dos parientes excitados.

Se acercó y el guitarrista no demoró en acariciar las pantorrillas y ascender. Ella sintió un suave mareo. Para conservar el equilibrio apoyó una mano en el cabello ensortijado del atrevido. Mariana frotó la manga del pantalón una vez y en la segunda, le acarició los genitales como a escondidas lo había hecho con otros animales.

El hombre se puso de pie, la tomó por los glúteos para acercarla y, haciéndola girar, la penetró tomándola por las caderas.

Con la vista nublada por la emoción tuvo que sonreír al ver cómo el gato se paseaba delante de ella, con la cola rígida, como un pararrayo.

Las contracciones en los órganos huecos le indicaron que estaba siendo llenada de vida. La tormenta eléctrica, los truenos, la lluvia sobre el techo de fibras vegetales le propiciaron una entrada triunfal en la edad adulta.

El familiar, que con palabras y caricias le hizo conocer la gran ciudad, también la rescató de la obsoleta niñez, convirtiéndola en mujer.

Mariana se fue a vivir a la ciudad. La encontró muy diferente a lo que el tío le había contado. También eran diferentes las caricias de otros hombres. Quizá ninguno tocaba la guitarra.


No hay comentarios.: