Los idiomas no pueden ser traducidos y cuando leemos una traducción creemos ingenuamente que estamos entendiendo lo que dijo el autor.
Por algún motivo
tengo la sensación de que la leyenda que refiere a la Torre de Babel es más
cierta de lo que parece.
Como
los humanos somos curiosos y queremos saber, no escarmentamos con el castigo
divino de «ganarnos el pan con el sudor de la frente» y de «parir con dolor», y
fue así como se nos ocurrió ver qué había en el cielo, para lo cual iniciamos
la construcción de la Torre de Babel.
Dios,
que ya nos había condenado porque Adán y Eva comieron del árbol del
conocimiento del bien y del mal, nos castigó cambiándole el lenguaje a cada
obrero por lo cual tuvieron que interrumpir la construcción, dispersarse por el
planeta y comenzar así el aun vigente fenómeno del multilingüismo.
Según
esta leyenda, aparecieron el inglés, el alemán, el árabe, el castellano y todos
los idiomas que conocemos.
Pero
como los humanos somos transgresores por naturaleza, ¿qué hicimos los muy
pícaros?: inventamos la tarea de traducir, es decir, estudiar las equivalencias
entre el sonido que representa a «mamá» en árabe
y la palabra que
representa a «mamá» en español.
Y ahora intercalo mi interpretación de los acontecimientos:
Como Dios es más astuto que los seres humanos, deja que nosotros hagamos
estas traducciones sin advertirnos que, siguiendo con el ejemplo, la madre
árabe es muy diferente a la madre de los hispanos.
De esta situación surge que cuando los hispanos leemos un texto
traducido del árabe creemos ingenuamente que estamos entendiendo qué significa
«mamá» para ellos, pero no es así porque la mamá árabe es muy diferente a la
mamá hispana.
En suma:
traducir correctamente es imposible y el castigo divino sigue siendo eficaz.
(Este es el Artículo Nº 1.786)
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8 comentarios:
Muy bueno Doc!!!!
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Esto de vivir es imosible, qué bajón.
¡La mamá árabe es distinta a la hispana!
Me voy para allá. Por las dudas.
Cada idioma suena distinto. Tiene una música distinta. Hay idiomas cansinos e idiomas circunspectos. Idiomas que tragan el aire y otros que lo expulsan. Voces dulces y voces que gruñen. Sin embargo existen ciertas equivalencias, aunque -y estoy de acuerdo con usted- para nada son totales.
Soy traductora y todo el tiempo me veo enfrentada a la dificultad que usted plantea. Traducir obras literarias es mucho más difícil que traducir obras científicas. En cierto modo hay que ser un creador para ser un buen traductor de cuentos y novelas. Ni le digo de poesía; esa es una tarea casi imposible.
Hay que ser medio psicólogo porque hay que interpretar y para eso es necesario conocer profundamente la cultura a la que pertence cada lengua.
Amo la dulzura del idioma guaraní. El portugués de algunas zonas de Brasil, ese que alarga las sílabas y usa muchas ñ. La m y la r del francés, tan particulares. El sonido chicloso del inglés de los norteamericanos.
Muchos idiomas me gustan aunque los conozco apenas. Por eso me parece una suerte que existan muchos idiomas. Me alcanza escuchar a los cordobeses para sentir simpatía por ellos. Ese es un tema de música, de sonidos. En cuanto al entendimiento es mejor usar los ojos para transmitir y las manos para gesticular. El cara a cara es insustituible cuando de comunicación se habla.
De acuerdo con Alba en que la diversidad es enriquecedora. Aunque es como todo, la diversidad no se acepta fácilmente. Por eso uno pone poco empeño en entender al diferente, sea de otra cultura o sea el vecino de la esquina. Ese que habla el mismo idioma pero de todos modos tiene su diccionario particular; como en definitiva lo tenemos todos.
Los humanos somos transgresores por naturaleza. Puede parecer que existen generaciones enteras que tienen un estilo pasatista, que no les importa nada, no les subleva nada, dejan hacer, no transgreden, no hacen escuchar su voz. ERROR. Todas las generaciones son transgresoras. Todas quieren rearmar el mundo. Creo que la diferencia está en que algunas han sido más eficaces en lograrlo y otras se quedan en posturas superficiales, poco o nada comprometidas.
En cierto modo traducir es transgredir, sí. Si nos ponemos ultra-radicales, hasta hablar es transgredir, porque al hablar no podemos, por más que queramos, transmitir nuestros sentimientos e ideas. Los transgredimos porque no existe posibilidad de respetarlos profundamente. La palabra dicha le pones signos, imágenes, significados a lo inhaprensible. Una mesa es algo muy concreto, parece una palabra fácil de transmitir, pero detrás de la palabra mesa hay vivencias distintas, asociaciones distintas en torno a lo que es una mesa. A uno le puede sugerir alimento, familia, apoyo. A otro pobreza, soledad, aislamiento. Puede ser asociada a experiencias felices o a experiencias penosas. Puede que la primer mesa que se nos venga a la cabeza sea la mesa de un laboratorio o puede que sea una mesa navideña. En fin...
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