El lenguaje
popular sugiere que las mujeres hinchan
los huevos para generar esperma y rompen
los huevos para utilizarlo.
Un psicoanalista solo escucha y a veces hace alguna pregunta en un momento
que para él es oportuno. A veces también interrumpe la sesión en un momento que
para él es oportuno.
Un psicoterapeuta dialoga con su paciente. Hasta cierto punto «discute»,
«polemiza», «interpela» el pensamiento del consultante, de una manera similar a
como lo propuso Sócrates.
Sócrates era hijo de una partera (comadrona, persona que colabora con la
parturienta) y, según cuentan inventó la «mayéutica» que es justamente el arte
de orientar para que cada uno encuentre su verdad.
En este caso, los psicoterapeutas intentan extraer del paciente la
verdad que ellos llevan dentro (como si estuvieran embarazados de una verdad) y
lo ayudan, como una partera, para que esa verdad aflore y aporte salud psíquica
a quien padece mientras no conoce esa verdad personal.
Los psicoanalistas solo escuchan y yo creo ser psicoanalista porque
escucho lo que dice la sociedad, las costumbres, los refranes, las tradiciones,
el lenguaje popular.
Es este lenguaje el que utiliza dos expresiones muy especiales. Una es
«hincha huevos» y la otra es «rompe huevos».
Huevos son los testículos, glándulas que producen la simiente masculina
capaz de fecundar el óvulo de una mujer.
Según creo la novia llega tarde a su casamiento para irritar, molestar,
excitar al novio, logrando de esta manera que en la noche de bodas él esté muy
deseoso de penetrarla y entregarle una abundante cantidad de semen.
A partir de esta suposición es posible pensar que las mujeres «hinchan
los huevos» (incitando, irritando, provocando) cuando excitan (instintivamente,
inconscientemente) al marido estimulándole la producción de esperma (que hincha
los testículos), y luego «rompen los huevos» para utilizar (recibir) el semen
acumulado.
(Este es el Artículo Nº 1.785)
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12 comentarios:
Bienvendo, Licenciado ! Se lo extrañó.
¡Cómo que las mujeres hinchamos y rompemos los huevos! Qué sexista. Ustedes no tienen idea de todo lo que rompen.
Leticia, me parece que estás haciendo una lectura muy superficial del asunto. Ahora se está hablando en un sentido metafórico y se está hablando de la mujer, en otro momento se hablará del hombre.
Es más común, me parece, que la mujer sea irritante a que lo sea el varón. Nosotros somos más tranquilos, menos verborrágicos y cuando nos irritamos, nos irritamos en serio, pero por lo general son pocas veces.
La irritación que producen algunas mujeres por su forma de vincularse, en algunas parejas resulta afrodisíaca.
El contenido de su artículo me parece muy forzado, no creo que se corresponda con la realidad ni que sea generalizable.
La labor de psicoanalistas y psicoterapeutas es admirable cuando trabajan bien. De verdad saben crear las condiciones como para que el paciente saque su verdad.
Otra cosa es cuando la mujer ¨saca¨ al marido; cuando lo saca de las casillas, cuando lo enfurece. Ahí no aparece ninguna verdad, por el contrario, la verdad se disfraza, los roces esconden lo que en realidad sucede y que ninguno de los dos sabe decirse.
Para tener sexo; un sexo apasionado me refiero, es necesario sacarse, es decir, salirse de si mismo, dejarse ir en el otro y con el otro.
Nada fácil.
Vi y escuché el videocomentario y pensé que muchos hombres se habrán sentido identificados con lo que usted decía. En fin... Se supone que usted está analizando una de las tantas formas que se puede vincular una pareja. Doy por descontado que no es la única. Partiendo de ese supuesto, estoy de acuerdo en algo evidente: funcionar funciona, pero por poco tiempo.
Esperar a la novia es emocionante. Es un momento de nerviosismo o puede ser también un momento de reflexión, de recogimiento. Mientras el hombre espera y nadie está pendiente de él, puede pensar en el pasado y en el futuro del proyecto que va a encarar con esa persona a la que ama.
Se puede estar muy nervioso, ansioso, alegre, o también en paz, emocionado, íntimamente feliz.
Las palabras de Aldo me reconfortan. Creo que son ciertas en la mayoría de los casos. Un hombre que quiere a su mujer no se irrita tanto cuando es necesario esperarla.
Margarita, es cierto, pero ocurre que la espera de la iglesia no parece una espera necesaria sino provocada. No sé, mis amigos y yo lo vemos así.
La argolla te rompe pedazo de carne con agujero
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