martes, 29 de enero de 2013

La ignorancia de lo que tengo prohibido conocer




Con pensamiento esotérico, religioso y dogmático, la ignorancia se justifica diciendo que un ser superior me ordena ignorar.

El pensamiento mágico, religioso, místico,  dogmático, aporta tantas ventajas que parecería ser un acto de inteligencia adherir a esa práctica, dejarse llevar por las intuiciones personales, someterse a lo que otros dicen sin hacer el mínimo esfuerzo por comprobar esos dichos.

Estudiar es algo esforzado siempre y cuando lo que se haga sea efectivamente estudiar.

Lo diré de otro modo:

— si lo que intentamos hacer es confirmar nuestras ocurrencias de cómo es la realidad y estamos dispuestos a abandonar nuestras suposiciones más intuitivas por conocimientos hasta cierto punto demostrables, eso es estudiar realmente;

— si lo que intentamos es aprender de memoria lo que ciertos personajes de nuestra sociedad (maestros, escritores, sacerdotes) sostienen en sus discursos, clases, conferencias, libros, entonces no estamos estudiando sino adoctrinándonos, estamos expulsando nuestras ocurrencias personales para dar cabida a las ocurrencias personales de algunos personajes que han trepado a la fama por alguna razón que ahora no viene al caso analizar.

Aprender es arduo cuando lo que intentamos es transformarnos, abandonar nuestras ideas infantiles para remplazarlas por conocimientos que alguien pueda confirmar.

Cuando al principio digo que «El pensamiento mágico, religioso, místico,  dogmático, aporta tantas ventajas que parecería ser un acto de inteligencia adherir a esa práctica, …», lo que intento decir es que con ese tipo de razonamiento es coherente afirmar que lo que no sabemos lo ignoramos porque algún ser sobrenatural nos prohíbe saber.

Así como según la leyenda bíblica, Adán y Eva fueron condenados por intentar comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, creyendo en esto podemos decir que todo conocimiento desconocido, no es desconocido porque no me tomé el trabajo de averiguarlo sino porque no debo saberlo.

(Este es el Artículo Nº 1.793)

12 comentarios:

Alba dijo...

¡Qué gracioso el dibujito!
Yendo a lo que usted plantea, estoy de acuerdo. El ¨no debo saber¨ puede deberse a una actitud de humildad. La desventaja de esa actitud es que puede anular la curiosidad.

Gabriela dijo...

Da pereza cuestionar y cuestionarse; más cuando estamos enfrascados en lo terrenal del día a día: ascender en nuestro trabajo, protegernos de todos los males que nos pueden perjudicar, amargarnos porque no todos nos quieren o nos comprenden, vengarnos de quienes nos hacen daño, enemistarse pelear y competir. Un montón de cosas que nos descentran de lo verdaderamente importante.

Mª Eugenia dijo...

¿y qué es lo verdaderamente importante?

Gabriela dijo...

Los vínculos afectivos satisfactorios.

Leticia dijo...

El pensamiento mágico tiene su parte divertida cuando uno se da cuenta de que en realidad es pensamiento mágico.

Evangelina dijo...

Podemos conocer de lo mundano. Saber mucho de cine, de química o de arte. De lo más trascendente no sabemos.

Elena dijo...

Así como generaron toda una estrategia planificada para que los norteamericanos dejaran el bistek y se pasaran a la gracienta hamburguesa que los tiene obesos, simplemente por una cuestión económica, sin que eso se aclarara en ningún momento. Así como se arma una estrategia publicitaria para que compremos cosas que no necesitamos, del mismo modo se escriben libros con fines políticos de largo aliento. Se desprecia al pueblo, se lo quiere tener bajo control, necesitan que sea gobernable para asegurarse su lugar en el poder los que lo detentan.

Marcia dijo...

En el videocomentario usted afirma que no tendríamos que abstenernos de opinar de lo que sea. ¿Por qué hay que opinar sobre todo? Es cierto que nos formamos una opinión de lo que sucede, y del vecino, la política, el fútbol, etc, etc. Podemos opinar sobre lo que se nos ocurra entre amigos, pero opinar públicamente sobre lo que no conocemos, me parece una estupidez.

Olegario dijo...

Una cosa es opinar y otra pensar dando a conocer, a nuestro leal saber y entender, lo que pensamos. Es bueno permitir que los demás nos conozcan tal cual somos. ¿Para qué esforzarse en andar con una careta puesta? Pero repito, una cosa es pensar y decir ¨a mi me parece que¨ y otra es opinar apasionada y enfáticamente sobre lo que venga.

Yoel dijo...

Son pocas las personas que dicen lo que piensan. En general decimos lo que nos conviene.

Marcos dijo...

Entender una historia en sentido literal o en sentido metafórico, depende de nuestra capacidad o de lo que hayamos tenido la suerte de aprender. Cuando se entiende todo en forma literal podemos errarle como a las peras.

Celeste dijo...

Los niños son muy sensibles a los conocimientos que les imparten sus mayores. Por ej, si un cura al que se le tiene mucho respeto, habla sin cesar a los niños del Infierno, puede llegar a aterrorizar. ¿Cómo se procesa luego ese terror? Supongo que cada cual lo procesará a su manera. Una manera puede ser conservar en lo más íntimo parte de ese temor, aunque de la boca para fuera se diga que todo eso ha sido superado.