La mamá ama a su hijo, lo seduce. Él imagina que puede
remplazar al padre. Esta ilusión de ambos se romperá por la prohibición del
incesto.
El papá ama a su hija. Ella imagina que puede remplazar a
la madre. Esta ilusión de ambos se romperá por la prohibición del incesto.
En ambos casos existe una frustración y una promesa
incumplida. Como en las campañas proselitistas.
Uno se pregunta: ¿era necesaria la promesa?
Respuesta: No sé, pero el varoncito aprende a ser hombre y
la nena aprende a ser mujer.
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