JUEGOS EXÓTICOS
Ricardo no fue mi amigo predilecto porque
él no quería, pero a mí me hubiese gustado que me invitara a su casa.
Siempre volvía sin irse. Cualquier día de
la semana se reunía con los niños de la cuadra vestido de una manera extraña.
Nos decía que vestía así porque acababa de llegar de África o de la India. Nos
contaba historias replicando la cara de asombro que le habrían provocado
aquellos lugares. Nunca le creíamos y él se enojaba sin ponerse furioso. Pero
había algo que sí nos convencía. Cuando parecía que no podría convencernos,
decía: “Los niños de allá juegan a algo que ustedes no conocen”. Esta intriga
no fallaba. El hecho es que nos daba ideas divertidas que no imagino de dónde
las sacaba.
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