domingo, 3 de marzo de 2013

Cuando vivían con Vivián


El momento más estresante de mi vida fue cuando mamá me entregó a papá, en la rambla, para que pasáramos dos días juntos.

Me bañó con enojo, me vistió con violencia y para peinarme me tiró mucho del pelo, pero me tenía prohibido «llorar por cualquier cosa».

Ella estaba nerviosísima porque la relación entre ellos había quedado peor que mal.

Él ya estaba ahí porque ella siempre llegaba corriendo y tarde a todos lados. No sé qué se hablaron pero mi estómago estaba en un puño. No pude mirarlo. Era enorme y el sol siempre parecía estar detrás de su cabeza.

Me tomó de la mano y bajamos a donde estaba la arena y el mar. Él no decía nada, solo caminaba. Cada paso suyo era tres de los míos. Sentía mucho miedo de que se enojara por algo que yo hiciera.

No sentía mis piernas pero creo que temblaban. Me sentía un insecto, pequeñísima. Quizá no me quería porque yo tengo la piel oscura como mamá, a quien siempre odió, insultó, avergonzó.

En determinado momento dijo:

— ¿Ves aquel barco amarillo?— y yo demoré en entender todo lo que me decía.

Ante la pregunta recuerdo que mis ojos salieron corriendo a buscar algo que fuera un barco, tratando de recordar cómo es el color amarillo.

Mi cabeza desesperada buscó el color entre mis juguetes, mi ropa, la casa de los tíos.

Los ojos escanearon todo, en cualquier lado, en la rambla, arriba de los edificios, el agua, la arena, «¿dónde habría algo tan complejo como un barco que además fuera de ese color?», me preguntaba como si de esa respuesta dependiera seguir existiendo.

Por suerte él no se molestó por la demora de mi respuesta. Por fin pude ver a lo lejos algo que cumplía con esas dos condiciones del acertijo.

— Sí—, le dije, en voz baja por si no era la respuesta correcta y empezaba a gritarme como le gritaba a mi madre cuando vivían ..., bueno, en realidad no vivían sino que des-vivían, ... y por qué mi nombre es Vivián? ¿Ya sabrían ellos que a partir de mi nacimiento dejarían de vivir?

¿Y yo qué culpa tengo de que ellos no se hayan entendido? ¿Qué hago en este país extraño? Fueron ellos quienes tuvieron mala suerte. ¿Por qué tengo que vivir como una extranjera? ¿Por qué no vuelvo a mi querido país pero enviudando de ese par de locos que «vivían» en mi pasado?

(Este es el Artículo Nº 1.826)


11 comentarios:

Valeria dijo...

Pude identificarme con esa niña aunque no vivi una historia parecida. Sera que es una historia que a todos no rozo de algun modo en algun momento? Fantasear un padre terrible,nos sucede a todos porque de niños son muchas las cosas del mundo adulto q no comprendemos.

Adriana dijo...

Vivian mis padres mientras yo no vivia, despues parece que les arruine la vida. Por suerte no me llamo Vivian.

Rosana dijo...

Mi padre, escritor aficionado, cuando incluye un personaje femenino en sus historias, siempre le llama Nadia.
Para mi que mujer es igual a nadie.

Marysol dijo...

Cuandos los apodos vienen de los amigos siempre son un mimo por mas que suenen feo, pero cuando vienen de los enemigos dan en el punto exacto donde mas duele.

Nazareth Inglese dijo...

Mi padre
me baño con enojo
la proxima vez
le rompo un ojo.

Marcos dijo...

Cuando cargamos con el mismo nombre de nuestro padre la sociedad nos ve como fotocopia.

Marcela dijo...

Capaz que la nena tenia tanto miedo, un poco tambien, porque erroneamente se sentia culpable de la separacion de los padres.

Natalia dijo...

No, en el cuento dice que era porque ella se veia igual a la madre.

Yoel dijo...

Ademas la madre era muy distinta al padre y eso se evidenciaba en el color de la piel.

Tiago dijo...

Tambien influye que el padre,para un niño pequeño, es alguien muy poderoso, dado su tamaño, su fuerza y todo lo que puede hacer.

Jacinto dijo...

A mi tambien me enseñaron a no llorar. Es algo que no recomiendo. Siempre tuve problemas de garganta.