El momento más estresante de mi vida fue cuando mamá me entregó a papá, en la rambla, para que pasáramos dos días juntos.
Me bañó con enojo, me vistió con violencia y para
peinarme me tiró mucho del pelo, pero me tenía prohibido «llorar por cualquier
cosa».
Ella estaba nerviosísima porque la relación entre ellos había quedado
peor que mal.
Él ya estaba ahí porque ella siempre llegaba corriendo y tarde a todos
lados. No sé qué se hablaron pero mi estómago estaba en un puño. No pude
mirarlo. Era enorme y el sol siempre parecía estar detrás de su cabeza.
Me tomó de la mano y bajamos a donde estaba la arena y el mar. Él no
decía nada, solo caminaba. Cada paso suyo era tres de los míos. Sentía mucho
miedo de que se enojara por algo que yo hiciera.
No sentía mis piernas pero creo que temblaban. Me sentía un insecto,
pequeñísima. Quizá no me quería porque yo tengo la piel oscura como mamá, a
quien siempre odió, insultó, avergonzó.
En determinado momento dijo:
— ¿Ves aquel barco amarillo?— y yo demoré en entender todo lo que me
decía.
Ante la pregunta recuerdo que mis ojos salieron corriendo a buscar algo
que fuera un barco, tratando de recordar cómo es el color amarillo.
Mi cabeza desesperada buscó el color entre mis juguetes, mi ropa, la
casa de los tíos.
Los ojos escanearon todo, en cualquier lado, en la rambla, arriba de los
edificios, el agua, la arena, «¿dónde habría algo tan complejo como un barco
que además fuera de ese color?», me preguntaba como si de esa respuesta
dependiera seguir existiendo.
Por suerte él no se molestó por la demora de mi respuesta. Por fin pude
ver a lo lejos algo que cumplía con esas dos condiciones del acertijo.
— Sí—, le dije, en voz baja por si no era la respuesta correcta y
empezaba a gritarme como le gritaba a mi madre cuando vivían ..., bueno, en
realidad no vivían sino que des-vivían, ... y por qué mi nombre es Vivián? ¿Ya
sabrían ellos que a partir de mi nacimiento dejarían de vivir?
¿Y yo qué culpa tengo de que ellos no se hayan entendido? ¿Qué hago en
este país extraño? Fueron ellos quienes tuvieron mala suerte. ¿Por qué tengo
que vivir como una extranjera? ¿Por qué no vuelvo a mi querido país pero
enviudando de ese par de locos que «vivían» en mi pasado?
(Este es el Artículo Nº 1.826)
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11 comentarios:
Pude identificarme con esa niña aunque no vivi una historia parecida. Sera que es una historia que a todos no rozo de algun modo en algun momento? Fantasear un padre terrible,nos sucede a todos porque de niños son muchas las cosas del mundo adulto q no comprendemos.
Vivian mis padres mientras yo no vivia, despues parece que les arruine la vida. Por suerte no me llamo Vivian.
Mi padre, escritor aficionado, cuando incluye un personaje femenino en sus historias, siempre le llama Nadia.
Para mi que mujer es igual a nadie.
Cuandos los apodos vienen de los amigos siempre son un mimo por mas que suenen feo, pero cuando vienen de los enemigos dan en el punto exacto donde mas duele.
Mi padre
me baño con enojo
la proxima vez
le rompo un ojo.
Cuando cargamos con el mismo nombre de nuestro padre la sociedad nos ve como fotocopia.
Capaz que la nena tenia tanto miedo, un poco tambien, porque erroneamente se sentia culpable de la separacion de los padres.
No, en el cuento dice que era porque ella se veia igual a la madre.
Ademas la madre era muy distinta al padre y eso se evidenciaba en el color de la piel.
Tambien influye que el padre,para un niño pequeño, es alguien muy poderoso, dado su tamaño, su fuerza y todo lo que puede hacer.
A mi tambien me enseñaron a no llorar. Es algo que no recomiendo. Siempre tuve problemas de garganta.
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