Somos intolerantes porque es sabio, inteligente, cómodo,
ganancioso evitar todo intento de comprender y justificar los errores ajenos.
Hay dos formas de encarar nuestros problemas
causados por otras personas:
1) Buscar todos los argumentos posibles para
fundamentar por qué nos perjudica su conducta (acusar); y
2) Partir del supuesto que esa persona actúa
bien, pero que nos causa problemas por motivos que tenemos dificultades para
comprender.
Atrevidamente evalúo que una abrumadora mayoría
actuamos según el criterio 1 (acusando).
Si la mayoría preferimos acusar es porque
actuamos bien, sólo que tenemos dificultades para comprenderlos (criterio 2).
Las ganancias que obtenemos acusando son:
a) no tener que dedicar demasiado esfuerzo a
informarnos y a analizar lo que hace y cómo lo hace el causante-culpable de mis
problemas;
b) fácilmente llego a la conclusión de que el
otro está equivocado lo cual me deja con la deliciosa sensación de estar en lo
cierto;
c) otra ganancia surge de hacer lo que hace
todo el mundo, lo cual equivale a sentirme normal, popular, implícitamente
aprobado;
d) aunque en los hechos no pueda ejercer
ninguna influencia sobre el destinatario de mis críticas (culpable de mis
problemas), al menos tengo elementos para soñar con que sí podría hacerlo si
considerara que el criticado se lo merece;
e) si, buscando todos los argumentos posibles
para justificar por qué el otro está equivocado, logramos concluir que merece
ser condenado, la sensación de poder me proveerá invalorables suministros
narcisísticos de los que sería injustos privarme;
f) encontrar que alguien es responsable de mis
problemas, me permite imaginar que las molestias inherentes a estar con vida
(1), no me conciernen sino que son culpa de ese otro que tiene una mala
conducta.
En suma: es sabio, inteligente, cómodo, ganancioso evitar todo intento de
comprender y justificar los errores ajenos.
(Este es el Artículo Nº 1.713)
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10 comentarios:
Su artículo me deja más tranquila. A mí siempre me dicen que justifico todo, a lo que yo respondo que solo justifico unas cosas y otras me limito a intentar comprenderlas. No me creo virtuosa por eso, lo hago de forma natural porque me intrigan, me despiertan curiosidad las conductas humanas e intento comprenderlas.
Para creernos mejores que los otros, puede que necesitemos descalificarlos.
Muchos hemos soñado con pararnos frente a un alto dignatario y cantarle unas cuantas verdades. Soñar con eso, es poco productivo. Para manejar un diálogo con quienes tienen más poder, conviene juntarse.
Me molestan las personas que alimentan su narcisismo denostando a otros.
Nos pasamos todo el tiempo haciendo lo que hace todo el mundo. De eso no podemos escapar. Aunque hay momentos en los que vale la pena animarse a hacer cosas diferentes.
En Buenos Aires decimos que lo que mata es la humedad, pero en realidad lo que mata es la incertidumbre.
Si la incertidumbre matara, yo hace rato que estaría muerta.
Preferimos ocupar nuestro tiempo en culpabilizar al otro que ocuparlo en aceptar nuestras propias culpas.
Sentir que estamos en lo cierto nos da una seguridad enorme. Hasta que algo nos hace dudar, entonces antes de que la duda crezca, nos defendemos a capa y espada para no repensar nuestras convicciones.
Acusar nos pone del otro lado del mostrador. ¨No hay mejor defensa que un buen ataque¨. Si mi lado del mostrador es el que está avalado por la mayoría, estoy hecho.
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