El varón es seleccionado por su dotación genética y/o por su
capacidad como proveedor afectivo y económico.
Según mis puntos de vista comentados en otros
artículos (1), las frecuentes disoluciones conyugales (divorcios, separaciones
matrimoniales) son plenamente entendibles.
Veamos algunos hechos observables:
— Las mujeres desean ser madres como respuesta
orgánica a sus hormonas, de forma similar a como otras hembras mamíferas entran
en período de celo;
— Con este impulso, buscan, eligen y seducen
al varón que según el instinto de ellas será el mejor padre de sus hijos;
— Como el instinto maternal no depende solo de
las hormonas que activan el aparato reproductor femenino sino que también
activan otras funciones corporales que estimulan el deseo de criar niños, las
madres post-menopáusicas alientan, estimulan y hasta presionan a sus hijas para
que se embaracen. Tan fuerte es este sentimiento de protagonismo que cuando se
enteran del embarazo de la hija, gritan alborozadas «¡Voy a ser abuela!»;
— No
siempre el varón seleccionado por su dotación genética (adecuada para gestar
los mejores hijos) es quien además tiene otras condiciones que le permitan a la
joven mamá recibir de él el apoyo afectivo y económico que necesita. Esta es la
causa principal de las frecuentes disoluciones conyugales: la mujer (y su
madre), una vez obtenida la fecundación de la cantidad de hijos que «deseaban»,
evalúan al varón en los demás aspectos (afectivos y económicos) para luego
«quedarse con él» o expulsarlo.
— La madre
divorciada y con la tenencia de sus hijos, retoma nuevamente la búsqueda,
elección y seducción de un varón que reúna las condiciones necesarias para
satisfacer los nuevos requerimientos: apoyo afectivo y económico.
— Un nuevo
varón ingresa a la familia atraído por suministros narcisísticos (trato
maternal, sumisión) que ofrece la mamá de los niños, secundada por su propia
mamá (abuela de los pequeños).
Nota: La imagen corresponde a la película
“Jerry Maguire”. Escena en la que Tom Cruise dialoga con el hijo de su novia
(Renée Zellweger).
(Este es el
Artículo Nº 1.563)
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12 comentarios:
Qué tema difícil de pensar, Doc!!
No sé por qué, pero me pone triste.
Parece ser que existe un matriarcado subterráneo que nos gobierna!
Pero a mí me parece que elegimos al varón por la dotación genética pero además por los otros factores afectivos y económicos. Si fuese así,¿para qué volver a elegir luego de tener hijos?
Lo que pasa, Leticia, es que el desempeño se evalúa en la cancha. Si después de ser padre, el hombre no sigue sosteniendo su rol de proveedor, la relación cae.
La abuela no cumple el rol protagónico, pero cumple un importante rol secundario.
Cuando la mujer todavía no tiene hijos, y desea tenerlos, puede que predomine en la elección lo hormonal, la ¨cuestión de piel¨. Después de tener los hijos, el rol de proveedor se vuelve fundamental, sobre todo en lo afectivo.
La verdad que la abuela de mis pequeños no me ofrece demasiados suministros narcisísticos que digamos...
En fija te están evaluando. Yo abriría los ojos.
Expulsión en puerta Marcelo!!
jajajajaj!!!!
El varón nuevo no va a ser nuevo por mucho tiempo...
La esperanza es lo último que se pierde.
Como madre de un adolescente varón, me pregunto si inconscientemente no lo estaré presionando también a él para que me de nietos. Me doy cuenta de que le hablo demasiado del condón.
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