lunes, 6 de febrero de 2012

Adivinar lo desconocido temible - (Artículo Nº 1.474)

Si nuestro futuro es percibido como «lo desconocido temible», la necesidad de adivinarlo se vuelve imprescindible.

La quiniela es un sistema de apuestas mutuas en la que los apostantes pronostican el resultado de los partidos de fútbol, carreras de caballos y otras competiciones:

— Te apuesto 10 a que gana el equipo de fútbol A —, dice uno y el otro contesta:

— Sí, te los apuesto.

Estas personas que parecen estar dialogando en realidad están hablando indirectamente con el que tienen enfrente. Lo que están haciendo es comparar sus respectivas destrezas pronósticas.

Casi todos los que participan en estos juegos están preguntándole a un ser supremo (al que podríamos llamar Dios , Fortuna, Suerte), si son o no capaces de adivinar el futuro.

Las apuestas son como un examen estudiantil o un chequeo médico: los consultantes (apostadores) quieren comprobar si pueden o no contar con su capacidad anticipatoria, si les funciona bien la «inteligencia» capaz de saber qué ocurrirá, y en definitiva, si pueden o no liberarse de la angustia provocada por la incertidumbre.

Como todo juego, la tarea es poco sensata aunque los resultados son considerados con seriedad: el error es rápidamente olvidado pero el acierto pasa a ser lo más importante que ocurrió ese día.

A veces los apostadores (chequeadores de su capacidad para ver el futuro incierto) le agregan complejidad a la comprobación.

No es lo mismo «acertar» una de tres posibilidades (un equipo gana, pierde o empata) que «acertar» una de mil posibilidades, para el caso de «probarse» a «saber» qué número de la lotería nacional será el primero.

Los aciertos más improbables (uno entre mil) aportan una sensación de inteligencia futurista rotunda, tranquilizadora, «profesional»; sin embargo nuestro cerebro no funciona coherentemente. Si bien un acierto entre mil corrobora nuestra capacidad adivinatoria, un desacierto no la pone en duda.

Otras menciones al concepto «capacidad anticipatoria»:

Cómo ayuda la creencia en Dios

A Seguro se lo llevaron preso

Otras menciones al concepto «incertidumbre»:

El auge de las psicopatías en tiempos de crisis

El dinero parece un comodín

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11 comentarios:

Guzmán dijo...

Cierto que recurrimos a la lógica cuando ya han fallado todos los sistemas!

Iñaqui dijo...

El futuro desconocido me resulta temible, y como no tengo capacidades adivinatorias, me preparo siempre para lo peor. Como me han dicho que hasta los accidentes en su mayoría, se pueden prevenir, yo vivo previniendo. Prevengo las enfermedades, la escasez, los imprevistos, los malos tragos, la desilusión. Todo se puede prevenir, salvo el presente y esto de andar tan contracturado!

Eloísa dijo...

Cada vez que mi abuela acertaba la lotería, venía con los ojos chispeantes. Al otro día era infaltable la sorpresa abajo de la almohada: desde un anillito hasta un par de sandalias. Entonces a mi me gustaba creer que mi abuela podía conocer los números más promisorios de la vida, y que algún día yo heredaría ese talento, así como había heredado su frente ancha y su nariz curva.

Rulo dijo...

Apostar un ¨gana¨, a secas, no es de jugadores. Ir a un 50 y 50 es de temerosos y cobardes. Si te apuesto, te la hago completita, hasta te adivino si se arman distubios entre los hinchas y los jugadores.

Roque dijo...

Depende, depende. Jugarse a un 50% de probabilidades cuando se trata de que ella te diga si o no, sólo está recerbado a valerosos combatientes.

Gloria dijo...

Cuando el futuro se convierte al presente, ya dejó de ser lo que era, y lo que habíamos previsto cuando era futuro, puede que ahora no nos sirva porque es presente.

Inés dijo...

Adivinar no me pone tranquila. Me obliga a contar cada minuto hasta que efectivamente suceda lo que estaba previsto.

Aldo dijo...

Yo le apuesto a la salida del sol, y podría haberme hecho millonario. Sólo que nadie quiere apostar porque se apegan demasiado a la regularidad de las cosas...

Ángeles dijo...

Soy una persona segura y me gustaría compartir el secreto, pero no sé cómo lo logro, sólo me pasa, es algo que me sucede. Me levanto confiada y decidida a enfrentar lo que se presente.

Mariana dijo...

Deberíamos darnos por contentos con todo lo que podemos predecir y casi no nos damos cuenta. Somos muy intuitivos, eso nos ayuda mucho.

Elbio dijo...

Quienes se apoyan en la idea de un destino, sienten que al descubrirlo irán acertando sus apuestas.