martes, 27 de septiembre de 2011

La lógica del pesimismo

El pesimismo surge de una cierta lógica según la cual todo bienestar es de mal presagio en tanto será seguido de un malestar.

Nuestras percepciones son por contraste: negro sobre blanco, frío sobre calor, dulce sobre salado.

Todos estos temas son estudiados por la teoría de la Gestalt (1).

Una vez aceptado que nuestros sensores de qué está pasando dentro y fuera nuestro funcionan por contraste, sería interesante saber qué hacemos con esa información.

Puede ser interesante para nuestra calidad de vida averiguar con nosotros mismos cómo evaluamos el fenómeno perceptivo gestáltico cuando de felicidad se trata.

Está claro que cuando percibimos una figura blanca sobre un fondo negro, también ocurre lo mismo al revés: vemos nítidamente una figura negra sobre un fondo blanco.

Podríamos aceptar entonces la idea de «reversibilidad» de nuestro esquema perceptivo: lo que es fondo puede transformarse en figura y viceversa.

Y cuando de felicidad se trata estaremos de acuerdo también en que el dolor se percibe cuando aparece, es decir que sobre un fondo de alivio (o anestesia) se recorta la figura del dolor y que por lo tanto, la felicidad es percibida sobre un fondo de tristeza, desdicha, pesar.

En esta línea de pensamiento podemos suponer que nuestro razonamiento ha llegado a la conclusión que alguien es feliz cuando deja de estar infeliz, que siente el bienestar del alivio cuando estuvo dolorido, que disfruta de la alegría después de haber estado triste.

Teniendo en cuenta la reversibilidad del fenómeno perceptivo, es posible pensar lo contrario: después de la felicidad sigue la infelicidad, después del alivio sigue el dolor, después de la alegría sigue la tristeza.

En suma: cuando este razonamiento está instalado, toda buena noticia (situación o estado de ánimo) no presagia nada bueno, logrando así que nunca existan momentos placenteros ¡que provoquen una desgracia!

(1) Los enemigos benefactores

Artículo vinculado:

Pesimismo en defensa propia

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12 comentarios:

Regina dijo...

De pronto no tendríamos que pensar únicamente en esas dos opciones: bienestar y malestar. Por que si son las dos que existen, la única posibilidad es que una le siga a la otra. Entre el bienestar y el malestar hay toda una gama de posibilidades. A veces tenemos largos períodos de bienestar, donde las variaciones están dadas por el aumento o disminución de estados como la ansiedad, somnolencia, alegría, excitación, etc, etc. Es decir el bienestar puede estar acompañado tanto de excitación como de somnolencia. El malestar también. Por eso los estados por los que pasamos pueden ser muy dinámicos y variados.

el poeta dijo...

Me gusta el ténue rosa de tu piel, cuando llega a mi encuentro desde la sábana blanca.

Marcia dijo...

Necesitamos ordenar todo. Por eso tienen que haber días lindos y días feos. Eso es entendible para quien trabaja a la intemperie o no tiene un lugar donde resguardarse. Lo que no puedo entender es a esas señoras que miran las comedias de la tarde y repiten "qué día espantoso", cuando en realidad el panorama maravilloso que se abre tras sus ventanas es una lluvia plomiza sonando detrás de los truenos.

Jacinto dijo...

Es terrible! A mí me pasa eso. Apenas empiezo a sentirme bien, se me abren las sospechas. Sin darme cuenta me pongo a aguardar el día malo; para peor, con la firme convicción de que ese día se extenderá mucho más allá de lo prudente.

Rocío dijo...

Soy pesimista porque creo que si me adelanto y me preparo, me va a doler menos.

Rosana dijo...

Un buen pintor sabe distinguir los distintos tonos del blanco, del gris, del negro...

Daniel dijo...

De la felicidad a la calma y viceversa: ese es mi trayecto preferido.

Facundo Negri dijo...

Empieza como una molestia. Luego le sigue la incomodidad. De la incomodidad se desliza hacia el dolor, y del dolor a la ansiedad, la angustia y la tristeza. La tristeza puede instalarse y crecer. Oh, si... cómo le gusta crecer a la tristeza. Avanza hasta toparse con la melancolía... y la abraza, la recupera. La tristeza baila bien apretada a la melancolía; sincronizan muy bien, parecen sólo una. Bailan alocadas y nada las detiene; salvo quizás la muerte, que espera agazapada allá en la esquina.

Cohen dijo...

Dejé de estar infeliz y pude observarme como realmente era: uno.

Almeida dijo...

Las vacaciones significaron para mí un gran alivio. Fueron el descanso que necesitaba, la pausa oportuna. Ya me reintegré a trabajar pero todavía siento su efecto reparador. Estoy descansado. Por esO NO PERMITIRÉ QUE NADIE ME ARRUINE EL DÍA, CARAJO!!!

Rubén dijo...

El colmo es que las desgracias vienen, aunque no hayan sido precididas de estados placenteros.

Gabriel dijo...

Estoy cansado y no puedo disfrutar del descanso. El insomnio se instaló conmigo. Voy a trabajar de saco y ojeras. No sé si parezco dark o romántico. Mi hija no toleraría que fuese romántico. Mi única opción es identificarme como gótico. Eso fue lo último que le dije al jefe, antes de que me sugiriera un descanso. Y aquí estoy... Cansado y no puedo disfrutar del descanso.