Quienes imaginan que su mente es poderosa (omnipotente),
tanto pueden sentirse muy protegidos como muy amenazados.
Suele ocurrirnos a quienes estudiamos la mente
humana más de lo debido. Como la mente
tiene dificultades para entenderse a sí misma, entonces comienza a segregar
fallos, percepciones erróneas, creencias disparatadas, todo lo cual, a ella
misma le parece muy real.
La telepatía, sin ir más lejos, es la «Coincidencia
de pensamientos o sensaciones entre personas generalmente distantes entre sí,
sin el concurso de los sentidos, y que induce a pensar en la existencia de una
comunicación de índole desconocida.» (1)
Claro que
no debería llamarnos tanto la atención que dos seres humanos tengamos
pensamientos coincidentes y, si además nos conocemos y pensamos mucho el uno en
el otro, tampoco debería llamarnos tanto la atención que pensemos ideas
semejantes: «¿Cómo estará Fulana?», «Lo invitaré para que nos encontremos a
tomar un café», «¿Qué será de la vida de tío Humberto que ya debe tener cerca
de 100 años?».
Sin
embargo, los humanos tendemos a maravillarnos con hechos que, si fueran
despojados de este halo de misterio que le asignamos, serían obvios.
Por esta
forma de pensar y creer que tenemos es que podemos llegar a aterrorizarnos
imaginariamente, como le ocurre a un psicótico con sus alucinaciones auditivas
o visuales.
Decimos con
gran convicción: «Querer es poder» y «La fe mueve montañas».
Si llegamos
a estar seguros de que todo esto es así, convertiremos a nuestra mente en una
amiga peligrosa.
Es amiga
porque la imaginamos dotada de esa omnipotencia con la que nos mantendrá a
salvo de cualquier peligro, pero es peligrosa porque a veces no podemos dejar
de pensar ideas terribles (muertes, accidentes, tragedias).
Cuando la
mente piensa así, nos aterrorizamos por creer que esa omnipotencia tanto puede
ayudarnos como perjudicarnos.
(Este es el
Artículo Nº 1.625)
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11 comentarios:
La omnipotencia patea para los dos arcos. No hay vuelta. Por eso los niños padecen terrores nocturnos.
Nací el 1/1. Por eso soy el 1.
Lo que no entiendo es por qué los otros saben lo que pienso y yo, por más que me esfuerzo, no sé que piensan ellos.
Las ideas terribles que se me instalan, se borran de un plumazo cuando invoco mis súper-poderes.
Sin embargo, cuando estoy sin mis súper-poderes, las ideas terribles no se me instalan. Raro, no?
Mi papá era un convencido de que querer es poder. En el fondo él sabía que eso no era así. Por eso, supongo yo, se fue llenando de miedos. Miedo a perder a mi madre, miedo a perder su juventud, miedo a morirse, miedo a disfrutar, miedo a los amigos, miedo a enojarse. Miedo a poder hacer cosas geniales, porque hasta los castillos más grandes pueden desbarrancarse si les tiembla la tierra.
Las amigas peligrosas creen que siempre tienen el consejo justo, la apreciación certera, el criterio ponderado.
Si la voluntad humana pudiera con todo, no existiría la palabra perfección, porque tampoco existiría lo imperfecto.
Yo no hablo de telepatía.
Sé que otros la han estudiado.
La mente humana entiende de si misma grandes cosas. Por un motivo similar es que nos vemos a nosotros mismos, cinco veces más guapos de lo que somos.
Yo ya había pensado que no se debe estudiar la mente humana más de lo debido. En realidad, no se debe estudiar nada más de lo debido. Es más, no se debe estudiar.
Estoy maravillada por amar y ser amada. Pero bueno... eso es algo obvio, a cualquiera le pasa... creo que al halo misterioso lo voy a tirar por la ventana.
El fallo más grande que segrega mi cuerpo es el falo.
Pero no lo entrego. Es mío, mío, mío.
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