En el artículo titulado El señor Mesías González les comento algo que nos pasa y que podría ser importante tener en cuenta.
Se refiere a que nuestra inteligencia sólo puede percibir la versión humanizada de la realidad. Todo lo que podemos entender de lo que existe pasa por cómo somos capaces de verlo. Por ejemplo: Necesito suponer que el universo tuvo un comienzo porque yo también lo tuve (cuando nací).
Por esta forma de entender podemos tener ideas algo distorsionadas a tal punto que nos amarguen la existencia.
Una de ellas tiene que ver con nuestro corazón. Fíjense cómo algunas personas pueden pensar en él.
Es un músculo, entonces tiendo a pensar que si se me cansan los brazos jugando al tenis, seguramente el corazón en algún momento tendría que dejar de latir del modo semejante a como yo tengo que dejar de jugar porque me duele un brazo, las dos piernas y estoy con ganas de tomar una ducha y dormir.
Si el músculo de mi corazón hace lo que yo supongo, me muero.
Este pensamiento (que puede ser consciente o no) seguramente me dará miedo y ya sé que cuando tengo miedo se acelera el ritmo cardíaco, o sea que si pensaba que podría cansarse y dejar de latir, al percibir la taquicardia el miedo aumentará.
Un miedo sentido durante mucho tiempo (aunque quizá no sea demasiado intenso) me lleva a estresarme y esto a vivir tenso, con dolores musculares, fatiga, bajo rendimiento, lo cual podrían ser síntomas de una disfunción cardíaca.
Al tomar conciencia de lo mal que estoy, quizá me deprima, esté triste, piense que ya todo terminó, que la vida no tiene sentido, etc., etc.
Pero atención: el músculo cardíaco es diferente a todos los demás músculos y posee otra anatomía y funcionamiento. ¡Olvídese de que lo tiene!
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8 comentarios:
Creo que la mente es la gran creadora de la llamada ILUSIÓN, y de acuerdo al estado de ánimo nos inventamos historias hermosas o tristes.
Yo no olvidaría ninguno de mis órganos.
Poco a poco nos vamos enterando de la existencia de nuestro cuerpo. Aún después de que lo descubrimos todo, nos olvidamos de sus partes. Las recordamos cuando duelen o cuando tenemos que mostrarlas. También puede suceder que las recordemos todo el tiempo; eso sucede cuando el miedo se pone a hablar el lenguaje del cuerpo.
El corazón asusta porque es una bomba.
Muchos dicen que la tristeza puede llegar a romperte el corazón. Yo creo que mas bien te lo encoge.
Me cuesta querer saber cómo estoy. Demoro todo lo posible en consultar con el médico. Me resulta más fácil jugar a que me olvido que enterarme realmente.
Con Olga estoy en las antípodas. Nada me angustia más que desconocer cuál es mi situación. Necesito pisar terreno firme para sentirme seguro y tomar decisiones.
Todos los días miro películas de terror para quitarme el miedo.
Mi madre siempre me decía que no la hiciéramos renegar porque tenía el corazón cansado. Igual la hice renegar (muy a mi pesar). De todos modos ella vivió 95 años.
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