miércoles, 9 de abril de 2008

Abuelo, te juego una carrera

Imagínense que ustedes se compran un auto grande, con un buen motor, una carrocería amplia, cómoda, una caja trasera suficientemente amplia como para mudar los muebles de su casa cada vez que cambie de domicilio. Estoy hablando de un vehículo muy funcional. Lo más importante es que para ustedes ese carro es imprescindible porque lo necesitan para trabajar. Sin él no podrían subsistir.

Ahora que ya les di pautas para que ustedes se imaginen cómo es su medio de transporte y les informé que ustedes lo usan para trabajar, les modifico los términos para que me acepten transitoriamente una comparación importante: ese vehículo es el inconciente.

En él están los aspectos principales de su psiquis: instintos, impulsos, deseos, vocaciones, anhelos, temores, respuestas automáticas. Todo lo que nuestra especie ha ido aprendiendo a lo largo de millones de años de evolución. Gracias a ese inconciente lleno de maravillosos mecanismos, de sofisticado y perfeccionado instrumental, usted comienza la vida en condiciones de tener una existencia humanamente feliz.

Pero qué sucede a medida que va viviendo. La capacidad que tiene esa gran herramienta-vehículo le permite guardar en él algunos objetos que le molestan, que se le atraviesan en la vida y que de no guardarlos ahí, estarían estorbándole permanentemente.

Claro que aquel vehículo perfecto cuando no tenía una carga muy pesada en su espacio libre, andaba muy bien, aceleraba rápidamente, frenaba con eficiencia, tomaba las curvas sin inclinaciones preocupantes. Desde que tiene que arrastrar ese peso extra, el desempeño ha bajado mucho al punto que en cierto momento usted empieza a sentirse mal, no puede trabajar y no puede hacer muchas otras cosas porque su vehículo-inconciente está sobrecargado de objetos que usted no sabe que alguna vez puso ahí.

Desprender y desalojar esos objetos pesados (recuerdos penosos, traumas, preconceptos, rencores, miedos, asociaciones de ideas absurdas, mitos, y otros materiales inconcientes, o sea que no se sabe que están ahí) lleva su tiempo pero sólo el psicoanálisis puede lograrlo.

Ser joven depende de su edad, pero funcionar como un viejo depende de cuanta cantidad de trastos inútiles guarde en su inconciente. Por eso es que hay viejos que parecen jóvenes y jóvenes que parecen viejos.

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15 comentarios:

Anónimo dijo...

Si ser viejo antes de tiempo viene de guardar trastos viejos en el inconciente, es probable que yo sea muy muy vieja porque tengo objetos de cuando era niña y no los quiero regalar.

El inconciente de mi casa es el dormitorio que usábamos cuando vivía mi finado esposo. De tanta cosa que hay ahí lo que falta es aire y luz.

¿También estará así mi inconciente y por eso no tengo ganas de nada?

Anónimo dijo...

A mi me parece que tengo adentro a otra persona mucho más mala que yo y que trata de escaparse. Yo lo tengo encerrado y atado como en la película El silencio de los inocentes tenían atado a Hannibal Lecter (Anthony Hopkins).

Por otro lado leí que el carcelero está tan preso como el mismo presidiario. A veces digo que no pude hacer tal o cual cosa porque estuve muy ocupado y mi mujer me dice socarrona "si te pasaste todo el día tirado en el sofá", pero sólo yo sé que no le miento.

Anónimo dijo...

Si quieren ponerse en contacto con el inconciente sin pasar por un psicoanalista, vayan al cine. Además de la peli que comenta Antenor, a mi me gustó mucho Psicosis de Alfred Hitchcock (1960), donde un joven interpretado por Anthony Perkins (otro Anthony, ¡qué coincidencia!)está fuera de sí y en una escena culminante de terror, apuñala a la muchacha en la ducha.

El inconciente está a la vista porque muchas veces nosotros tenemos deseos asesinos que si no fuera por la represión de nuestros impulsos, nos convertiría en asesinos seriales.

Por esto es que cuando se pregona la libertad sin especificar qué tipo de libertad, no se está sabiendo lo que se está pidiendo.

Anónimo dijo...

No me gusta muchos esa comparación del inconciente con un camión. Quizá porque no entiendo nada de camiones y un poco más de inconciente.

Lo que sí recuerdo es que su inventor (Freud) decía que era "un reservorio de representaciones sofocadas por la conciencia crítica y moral", que a mi juicio es algo así como un tacho (recipiente, reservorio) de leña quemada (representaciones sofocadas) por los bomberos de la conciencia crítica y moral.

Pienso eso por aquello de que "donde hubo fuego, cenizas quedan" y en la vida vamos apagando incendios (amores frustrados, traiciones, pérdidas insoportables, ...)

Anónimo dijo...

Si los sueños son como un vistazo a cómo está esa habitación adonde encerramos los malos momentos vividos y que recordarlos siempre sería muy penoso, lo que me pasa a mí es que ese lugar está desordenado.
Mis sueños son muy caóticos, no tengo un guión ordenado. No se entiende nada lo que sueño.

Anónimo dijo...

A ver si entend� ud dice que para tener una actitud mental joven hay que mantener medio vac�o ese dep�sito de instintos que llaman inconciente.

Si no entend� bien, ya escrib�r� ud otro art�culo aclarando lo que no se entiende.

Anónimo dijo...

Lo que para mí está mal de esta comparación entre el inconciente y la parte trasera del camión, es que en uno los contenidos no son accesibles ni visibles y en el otro se pueden mirar, hacer un inventario.

Para mi el inconciente es precisamente eso. Una parte de la psiquis (que algún día puede descubrirse que también es anatómico y no inmaterial como parece suponerse hoy en día)donde está la biblioteca de todo lo que la especie fue "escribiendo" sobre cómo funcionar, qué hacer en caso de siniestro, amenaza, ruido muy fuerte, objeto nunca visto, deseo sexual, embarazo, malestar, cansancio, etc., etc. Es como si fuera nuetro manual de instrucciones, al que no tenemos acceso porque no somos nosotros quienes nos manejamos sino que el mismo manual es el que hace todo.

Eso del camioncito no es muy pedagógico o confunde. No sé. A mi no me gusta mucho.

Anónimo dijo...

En lugar de enseñarnos tanta psicología con libros que son totalmente aburridos y muy probablemente equivocados, algún día se terminará este sadismo estúpido y nos llevarán a la mejor capacitación con Los Simpson, Quino, Fontanarrosa.
¡Basta de Freud y M.Klein!

Anónimo dijo...

No se comienza la vida en condiciones de tener una existencia feliz. Si ud. observa los bebes, se dará cuenta que no tenemos nada que envidiarle a ese inconsciente tan nuevecito ontogenéticamente, pero lleno de traumas terroríficos acumulados durante miles de años por la especie.

Anónimo dijo...

Debe ser una sensación maravillosa poder eliminar trastos inútiles de nuestra psiquis, lo digo porque como ama de casa siento gran satisfacción cuando hago grances limpiezas y tiro todo eso que lo único que hace es estorbar. Entonces si con algo tan trivial una se siente tan bien, me imagino en aspectos tan trascendentes.

Anónimo dijo...

A veces el inconciente trabaja tanto que nos deja agotados y siempre surgen los incomprensivos que te dicen "pero si hoy no hiciste nada del otro mundo". ¡Claro que hice cosas del otro mundo, porque las leyes del inconciente sí que son de otro mundo!

Anónimo dijo...

Ya que a algunos no les gusta lo de la parte trasera del camión para ejemplificar el inconciente, les propongo pensar en otra dimensión, que existe junto con cada uno de nosotros pero a la cual nuestros sentidos son incapaces de acceder.

Anónimo dijo...

Una amiga se quejaba porque le costaba comenzar una nueva relación con otro hombre (ella había enviudado hacía unos años). El problema es que no se da cuenta de que siempre hace lo mismo. A cada tipo que conoce lo primero que hace es hablarle de su marido y no al pasar, durante horas (según he podido deducir de los cuentos que ella me hace). Ha llegado al extremo de pedirle a uno _ que era bastante tolerante y con el que había llegado bastante lejos_ que usara el salto de cama y las pipas de su marido. Esa relación fracasó, a nadie le gusta llenar el espacio que dejó otro, porque se sabe de antemano que es imposible. Se aspira a generar otro vinculo distinto.

Anónimo dijo...

Estaba muy tranquila porque aceptaba que me pasaba tirada en el sofá dormitando para no comer, no fumar, no tomar alcohol (todo eso en demasía, porque cuando me tiro a lo oral, no me para nadie). Ahora con lo que dijo antenor en su comentario, empiezo a sospechar cosas terroríficas, curiosamente también vinculadas a lo oral, pero terribles. No debería sujestionarme ¿verdad?

Anónimo dijo...

Entonces los depresivos, que nunca tiene ganas de nada y no hacen nada ¿son gente con un inconciente muy cargado? He observado que algunos hasta se cargan de hombros.