domingo, 31 de mayo de 2009

Castradas son más fieles

El quebranto de salud del doctor Giacomo Tinelli generó conmoción entre sus colegas y las pacientes cuyo bienestar dependía de su sabiduría.

Sin embargo la mayor preocupación se instaló entre sus seis colaboradores inmediatos quienes temieron lo peor.

Desde que él formó este equipo en 1916, el progreso económico no se hizo esperar. Tinelli generaba devoción entre sus pacientes y los seis médicos que trabajaban con él vieron llenarse sus consultorios de la noche a la mañana con las derivaciones que don Giacomo les hacía.

Las pacientes lo obedecían con sumisión perruna y eran agentes publicitarias poseídas de una devoción casi mística.

Tan es así que dos de sus socios habían empezado a formar su propio equipo para derivar a su vez a las pacientes que no podían atender.

Las derivaciones tenían su precio. La cuenta del médico jefe se engrosaba semana a semana con los pagos que hacían los socios.

Se comentaba que su fortuna era enorme y que fue generada en su totalidad por la extraña dependencia que tenían las pacientes.

Cuando los socios se reunían con sus esposas, lo hacían de forma clandestina porque don Giacomo se las había prohibido. Sin embargo, existía una gran preocupación porque si algún día él faltara, rápidamente verían caer sus ingresos a los niveles que tuvieran antes de integrarse a la afortunada élite.

El Jefe guardaba celosamente la fórmula que mantenía a las pacientes en ese estado de sumisión tan beneficiosa económicamente.

Un día recibieron un electrizante mensaje telefónico de la asistente del Jefe. Estaban siendo convocados urgentemente a la sala de tratamientos intensivos donde se encontraba desde hacía casi una semana.

En un gesto de bondad y ternura sólo comprensible en un doctor Tinelli moribundo, confirmó que se encontraran los seis en torno a su cama y les contó que la técnica que había descubierto a principio de siglo consistía en provocar en las consultantes bocio para justificar una extirpación parcial de la tiroides y/o nacimientos por cesárea y/o extirpación del útero.

Esa fue la fórmula que comenzaron a aplicar los seis médicos y que seguramente legaron o vendieron a futuras generaciones, con el mismo nivel de discreción y rentabilidad.

Seguramente usted conoce alguna mujer que ha sido alcanzada por esta estrategia médico-comercial.

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sábado, 30 de mayo de 2009

«Mi esposo es un osito muy tierno»

Si a usted le gusta divertirse a bajo costo, le paso una receta que me dio un amigo.

Él conoce los horarios de llegada de los vuelos y concurre al aeropuerto para observar a la gente que espera a sus seres queridos.

Le resulta muy emocionante ver las primeras miradas, gritos y saludos, luego la apasionada aproximación (que el cine haría en cámara lenta), el abrazo, los besos, las lágrimas y a veces también llantos.

Suponiendo que toda esta gente se quiera y se haya extrañado, puede suceder lo siguiente:

a) La alegría expresa el fin de ciertos problemas prácticos y concretos: soledad, carencias materiales (dinero, dieta, abrigo), abstinencia sexual.

b) La alegría expresa el fin de ciertos problemas afectivos. Para describir esta causa debo remitirme inevitablemente a comparar al ser querido con una mascota, puesto que ésta no le aporta al amo nada práctico y concreto (en todo caso le da trabajo y debe pagar para mantenerla).

c) La alegría expresa una combinación de ambos: disminuirán los problemas prácticos y se producirá esa satisfacción gratuita generada por su sola presencia (como una mascota).


Nota: para entender la intención de este artículo es preciso que usted acepte que el lugar que ocupa una mascota en el corazón de su amo, es tanto o más importante que el lugar que ocupa un semejante amado.

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viernes, 29 de mayo de 2009

Combatir para perder

Muchos temas generan una variedad de opiniones: son discutibles. Hay personas que piensan una cosa (con sus argumentos) y otras que piensan lo contrario (con sus argumentos).

Si el tema en discusión nos interesa, nos enfrentamos a dos posibilidades:

1) Adherimos con pasión a una de las opiniones, defendiéndola con mucho énfasis y combatiendo simultáneamente a la que se le opone; o

2) Estudiamos el tema sin tomar posición por entender que el asunto efectivamente tiene aspectos positivos y negativos.

Veamos un ejemplo:

Las drogas ilegales generan un gran daño en una pequeña parte de la población.

— La pregunta que nos surge es si prohibimos su comercialización y generamos un mercado clandestino atendido por rufianes, mafiosos, delincuentes;

— o prohibimos también su consumo restringiendo las libertades individuales en desmedro de la democracia;

— o regulamos su comercialización desmotivando así a los malvivientes que lucraban con la prohibición y atendemos la salud de esa pequeña parte de la población cuyo consumo le hace daño (como el azúcar al diabético).

Hasta donde yo puedo entender (y esto también es discutible), las personas del grupo 1) que atacan, combaten, intentan eliminar de raíz y exterminar lo que les parece malo, si logran su objetivo, habrán solucionado un problema, pero si no lo logran, entonces lo habrán agravado porque «lo que ataca y no mata, fortalece».

¿Por qué hay grandes posibilidades de que el grupo 1) fracase? Por dos motivos: a) porque no tienen la fuerza suficiente y b) porque les gusta combatir y si solucionan el problema se quedan sin lo que más les gusta: combatir.

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jueves, 28 de mayo de 2009

El rapto de palabras

Hoy publico en el otro blog un artículo titulado La ética como ciencia rentable.

La palabra ética está asociada a la espiritualidad, a la bondad, al portarse bien. A veces también la asociamos con el sacrificio, el renunciamiento, la pobreza material.

Ocurre que ciertos vocablos son expropiados por una corriente de pensamiento y a partir de ahí ya no pueden ser usados por lo que significan según el diccionario, sino por lo que sugieren por estar al servicio de quienes los raptaron.

Me explico mejor: si la ética es la habilidad para hacer las cosas de la manera más conveniente, quienes logren hacerla propia se beneficiarán con su prestigio: Por ejemplo: ser marxista es tener ética; ser cristiano es tener ética; ser judío es tener ética.

Pero volvamos al principio: ética = costumbre. Los seres humanos carecemos de instintos y casi todo lo tenemos que aprender desde cero. Por esto nos cuesta mucho entender la realidad, encontrar los mejores métodos para hacer lo necesario. Para peor, somos orgullosos y nos molesta aprender porque esto implica reconocer que nacemos ignorantes, incompletos, imperfectos.

En suma: ética es hacer lo que más conviene a todos y a cada uno. No es sufrir, ser buenos, honestos, generosos y maravillosamente virtuosos: es entender que el comportamiento antojadizo suele generar pérdidas y que la mejor manera de vivir consiste en copiar a los que acertaron en lo que hicieron, en cómo percibieron la realidad y accedieron a una buena calidad de vida sin perjudicar a los demás.

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miércoles, 27 de mayo de 2009

La realidad me obedece

En el artículo publicado ayer con el título Si no me gusta, entonces es malo comento que la mayoría de la gente cree que su valoración subjetiva es la de todos.

Dicho de otra manera, confunde la apreciación subjetiva con una valoración objetiva.

Algunas consecuencias de esta particularidad son:

1) Difícilmente su opinión pueda ser tenida en cuenta por otras personas porque sólo está informando sobre un gusto personal aunque cree estar emitiendo un juicio razonable;

2) La falta de consenso sobre sus opiniones, lo llevará a juntarse con las personas que tengan sus mismos gustos y su misma confusión. Por ejemplo, quien piensa que la homosexualidad es universalmente condenable, se unirá a todos los que le tienen fobia a los homosexuales; quien disfruta haciendo obras de caridad, se unirá a todos los filántropos que conozca.

3) No podrá aceptar que le guste algo malo y no podrá aceptar que rechace algo bueno, por lo tanto deberá recurrir a la intolerancia para mantenerse aislado de lo que contradiga sus preferencias.

4) Si en cierto momento disfruta de algo que consideraba malo, entonces tendrá que alterar su opinión si quiere seguir disfrutándolo. Estará obligado a engañarse. Por ejemplo, si está seguro de que el tabaco es dañino pero se enamora de una persona fumadora, probablemente modifique su opinión respecto del tabaco.

Cada vez que nuestra escala de valores está sometida a nuestros gustos, deseos y preferencias, nos exponemos a pensar que la realidad se rige por nuestras reglas en vez de someternos a las reglas de la realidad, o sea, nos volvemos irrealistas.

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martes, 26 de mayo de 2009

Si no me gusta, entonces es malo

— Al departamento junto al mío se mudó una familia con cuatro hijos de diferentes edades. Ya no se puede vivir. A toda hora hacen mucho ruido de gritos, megáfonos, portazos. Antes vivía ahí una señora de muchos años que ni se la oía. ¡Cómo la extrañamos!

— Nuestro mejor cliente, con el que teníamos un buen intercambio comercial, decidió bajar a la mitad las compras que nos hacía porque ahora le compra a China por mucho menos precio. Eso nos aumentó la cantidad de gente desocupada, lo consideramos un gesto antipático que esperamos resolverlo de la forma más pacífica posible.

— Mi novia es muy buena mujer, la quiero mucho pero es un poco inmadura y no ha querido desprenderse de su familia y de sus amistades. Por eso los visita, se reúnen, a mi me invita pero no voy porque me aburren. Espero que madure y que entienda que la vida en pareja implica ciertos cambios de conducta.

Hasta aquí tres opiniones adversas hacia los nuevos vecinos, hacia el mejor cliente y hacia la cónyuge, que desde el punto de vista del que opina (quejándose), «algo se está haciendo mal» y «algo debería corregirse».

Es fácil comprender y justificar estas tres molestias. Hasta podríamos solidarizarnos con las «víctimas» ayudándolos a evitarles el perjuicio que padecen.

En los hechos también tendríamos que convenir en que no es que alguien esté haciendo las cosas mal sino que las «víctimas» se sienten perjudicadas, algo les molesta, no les gusta y desearían aliviarse.

En los tres casos comentados, el planteo pasa desapercibido porque es muy común que (casi) todos pensemos que algo está mal porque nos molesta. La condición de bueno o malo la da nuestro gusto, nuestra conveniencia, nuestra predilección.

En suma: A pesar de que algo puede estar objetivamente bien, aceptamos y actuamos en base a evaluaciones subjetivas.

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lunes, 25 de mayo de 2009

El líder natural

Una de mis riquezas más disfrutable es la de conocer a varios cientos de personas.

De todas ellas, sólo dos son líderes naturales y muchas otras son líderes profesionales.

Nuestro instinto de conservación es el que nos inspira el deseo de mandar. Todos —de una u otra manera—, pretendemos que los demás cumplan nuestros deseos, respeten nuestras preferencias y —si fuera posible— que hagan nuestro trabajo.

Esta aspiración queda frustrada en la mayoría de las personas porque, como sugiero en el primer párrafo, son poquísimas las que nacen con el don de mando.

La ideología que sustenta la economía política que llamamos socialismo tiene la siguiente consigna básica: «A cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus posibilidades».

Los escasos líderes naturales se caracterizan por intuir de una manera que hasta parece mágica, qué es lo que cada uno puede dar y qué es lo que cada uno necesita.

Cuando estos talentosos conductores se vinculan con alguien, saben qué pedir y con qué estimular. Lo hacen con tanta seguridad y naturalidad que trabajar para ellos es un verdadero placer.

Los líderes profesionales tienen que hacer un largo camino de aprendizaje para lograr resultados que siempre serán inferiores a los del líder natural, pero que de todas formas pueden ser resultados aceptables.

Lo que unos y otros tendrán que tener en cuenta es la consigna usada por el socialismo y que puede ser aplicada a todas nuestras relaciones interpersonales.

Como la mayoría carecemos del talento natural y aunque la fórmula parezca muy sencilla, su puesta en práctica requiere un esfuerzo proporcional a los beneficios que se obtienen.

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domingo, 24 de mayo de 2009

Pasión cardíaca

Con Matilde habíamos dejado de frecuentarnos porque ella necesitaba otras cosas de un hombre. Cosas —servicios, diría yo— que no obtenía conmigo (menos sobresaltos emocionales, cierta previsibilidad, un poquito de rutina).

Dejamos de vernos pero no de tratarnos. Siempre tuvimos de qué hablar aunque cada inicio de conversación nos hiciera pensar que ya nos habíamos dicho todo.

Así pasaron tres años hasta que con un mensaje de texto me informó que se encontraba internada con una crisis cardíaca. Ambos teníamos muertes prematuras en nuestras familias y compartíamos cierta hipocondría.

Le pregunté si aceptaba que fuera a visitarla y me respondió afirmativamente. ¡Mal presagio! Yo sabía que esa respuesta equivalía a que en su fantasía tenía la certeza de que «le había llegado la hora» y que correspondía empezar a despedirse.

Se me ensombreció el alma pero junté fuerzas de algún lado para no ir con cara de velorio. Sin embargo, el inconsciente me traicionó: tuve la mala idea de comprarle un ramo de sus rosas preferidas sin acordarme que ella tenía bien claro que a mí no me gusta hacer regalos.

Al recibirme puso las dos caras: «Me alegra verte» y «Si me regalas flores es porque tú también piensas que me estoy muriendo».

Me di cuenta del error pero ya estaba hecho.

Comenzamos a conversar sobre cualquier tema, recordamos tiempos pasados, escenas eróticas y se me ocurrió preguntarle «¿Quieres que te masturbe ahora que no hay nadie?».

Reaccionó sorprendida con un gesto que decía «¡Estás loco!». Sin embargo me dijo: «Bueno dale, si me siento mal detente enseguida».

Ella tenía una rugosidad en la parte superior de la vagina que seguía produciéndole sensaciones de una voluptuosidad fantástica y así funcionó con una serie de orgasmos, esta vez silenciando muy bien aquellos gemidos que tanto supieron excitarme en otro lugar, tiempo y circunstancias.

Usted imagina bien lo que sucedió; lo raro es que no me arrepiento.

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sábado, 23 de mayo de 2009

No me entiendan al revés

Usted se queja de que no puede comunicarse adecuadamente con las demás personas? ¿Dice que a pesar de ser muy claro en lo que dice, los otros entienden todo al revés?

Veamos algo que puede servirle para entender su dificultad y quizá resolverla.

Haga lo siguiente:

1) Consígase la foto de alguien, póngala delante suyo y mírela.

2) Ahora que la está mirando, señale con el dedo índice de su mano derecha, la mejilla derecha del fotografiado.

3) Concurra al baño más próximo y mírese en el espejo.

4) Ante su propia imagen como si fuera la foto que había mirado antes, señale con el dedo índice de su mano derecha, la mejilla derecha de la imagen (suya) reflejada.

5) Constate que su imagen reflejada está al revés (su mejilla derecha está en el lado opuesto a la mejilla derecha de su imagen reflejada).

Este extraño (pero familiar) fenómeno podría hacernos pensar que lo que usted dice también puede ser entendido al revés.

Si usted es docente y dice: «Estimados alumnos» ellos podrían responderle a coro «¿Qué desea profesor?» ... y ahora deberíamos poder entender que conceptualmente «alumno» es lo inverso de «profesor».

Ella dice: «Hijo mío» y éste le responde «¿Qué quieres mamá?» donde, de forma similar, podríamos entender que hijo es lo inverso de madre.

Además: uno invoca afirmativamente y el otro responde interrogativamente, donde también podríamos decir que «afirmar» es la inversa de «interrogar».

Y como el artículo se está haciendo un poco largo, la dejo por acá con la promesa de que algún día podré retomar el tema.

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viernes, 22 de mayo de 2009

«Soy el viento»

Le propongo tres premisas y una conclusión.

Premisa 1 — Somos parte de la naturaleza.

Premisa 2 — Todo lo que pensamos y hacemos los seres humanos, no puede dejar de ser humano.

Premisa 3 — Todas nuestras acciones están provocadas porque huímos del dolor y somos atraídos por el placer.

Por lo tanto:

— Por ser parte de la naturaleza tendemos a hacer cosas que ella también hace (provocar desastres, modificar el curso de un río, matar), y pretendemos recibir el mismo tratamiento que ella, es decir, ninguna sanción.

— Por pensar en términos humanos, podemos suponer que ella es responsable pero inimputable. Es como el agente 007 (James Bond), quien por tener licencia para matar tiene autoridad para tomar cualquier tipo de decisión.

— La naturaleza tiene todo el poder pero además es inmortal.

Todo eso que puede y es la naturaleza, lo queremos para nosotros y tratamos de conseguirlo. Lo que no conseguimos, nos frustra, nos pone de mal humor, nos pone rebeldes y reivindicativos porque razonamos: ¿somos o no somos [de] la naturaleza?

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jueves, 21 de mayo de 2009

La barbarie doméstica

Hace unos días que quiero decirte algo pero no sabía cómo hacerlo.

No es que ahora sepa, pero como me parece que es urgente, …

El tema es el siguiente: Tu has pensado hasta ahora que preocuparte por mi felicidad es algo que no te concierne y te entiendo porque así piensan una mayoría, pero el hecho es que acá hay un error: Sí te concierne.

Trataré de explicarte por qué.

Nosotros estamos en contacto muy frecuente y por mi naturaleza, no me resulta indiferente estar bien o mal. En esto soy como todo el mundo.

¿Recuerdas cómo nos reímos de la torpeza bestial de Bush cuando nos dijo al resto de la humanidad que después del ataque a las Torres Gemelas, “o están con nosotros o están con el terrorismo”?

Creo que nos burlamos de él porque ya tenía mala fama pero también nos reímos porque algo nos hizo un click en nuestros corazones.

Lo que te quería decir es que todos tenemos una postura parecida a la de Bush respecto a quienes parecen no colaborar con nuestra felicidad, con nuestro bienestar.

En principio y para no tener problemas, nos hacemos los distraídos con los que nos tratan con indiferencia y aplicamos nuestra mayor diplomacia con quienes directamente nos molestan, pero mira que en el fondo de nuestro corazón las cosas suceden de forma más agresiva, más brutal, más violenta, más al estilo Bush.

Te diría más: los cristianos no son tan angelicales cuando recomiendan que ames al prójimo como a ti mismo. Deberían agregar: «Ámalo porque te conviene».

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miércoles, 20 de mayo de 2009

La pieza que faltaba

Hoy la imagen no está para ilustrar solamente sino como estímulo a un comentario.

Si observamos la pieza color naranja, vemos que entra perfectamente en el lugar que le dejan las demás piezas.

Algo así es lo que pretendemos como individuos que vivimos en una comunidad. Nos gustaría estar muy junto a los demás, siempre y cuando no nos molesten.

Es valioso poder diferenciarnos de los demás y en este caso somos los únicos de color naranja.

Simultáneamente, es probable que tengamos la tendencia a suponer que los demás son todos iguales (grises), porque eso nos da la comodidad de entenderlos a todos a partir que conocer a uno solo.

Algo que sería muy importante es que pudiéramos encontrar ese lugar exacto en la sociedad. Equivaldría a un lugar adecuado en nuestra familia, entre nuestros amigos, en el trabajo.

Como vemos en la imagen, somos diferentes pero no sobresalimos: esto nos aporta el beneficio de tener una identidad nítida (tenemos un nombre y apellido, somos de género masculino, aptos para comprender las ciencias humanísticas) pero no estamos expuestos a ser agredidos por sobresalir.

Estas condiciones serían las ideales, las anheladas por una mayoría de personas. Esa integración social está representada por un juego que como tal nos ofrece un entretenimiento con algo metafórico de lo que son nuestras angustias existenciales. No es casual que se llame «rompecabezas», recordándonos lo que siempre sucede en la vida real con la dificultosa integración social.

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martes, 19 de mayo de 2009

El amor del parásito

¿Cómo hacer para llevarnos bien con nuestro ser amado?

Esta pregunta tiene milenios y probablemente cumpla algunos milenios más, pero algo podríamos pensar a sabiendas de que la respuesta definitiva no sea accesible por ahora.

Una de las claves podría estar en que todos necesitamos por lo menos dos cosas: que nos amen y que no nos molesten.

Luego de ponernos de acuerdo en esta obviedad, también podríamos pensar que el sentido común no es confiable.

Para este caso la sabiduría popular suele recomendar que corresponde demostrarle al ser amado cuán importante es para nosotros. Las demostraciones de amor clásicas suelen consistir en decirle al otro cuánto lo amamos, cuándo nos complace su compañía, que moriríamos si nos faltara y otras ideas similares.

Estas manifestaciones tienen una contracara que habría que conocer y es que si somos tan imprescindibles para alguien, cae sobre nuestros hombros el peso de una responsabilidad que podría convertir a ese amor en algo molesto.

El mismo sentido común nos dice que cuando alguien nos ama con tanta devoción, sería un despropósito sentirnos incómodos, pero, sin embargo, no es un despropósito: algunas formas de amar son muy populares pero en realidad molestan bastante por la dependencia que tiene de nosotros quien tanto nos adora.

Más que una persona enamorada, tenemos un parásito que nos dice palabras lindas, con gestos que deberían gustarnos pero que sin embargo es una carga de la que no sabemos cómo liberarnos porque el sentido común nos obliga a pensar que eso es bueno y nos sentiríamos mal si manifestáramos una disconformidad tan «impopular».

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lunes, 18 de mayo de 2009

¿Por qué me mienten?

Comentaré algunos motivos por los cuales a veces me mienten. La lista completa (exhaustiva) no existe, así que ni la busque.

— Como tengo baja tolerancia a la frustración, saben que si me dicen algo que me molesta me enojaré. Diría que me mienten por temor a cómo yo pueda reaccionar ante la verdad.

— En muchos casos me dicen la verdad, pero como tengo baja tolerancia a la frustración, yo pienso que me mienten porque no puedo aceptar (tolerar, creer, resistir) que me dicen la verdad.

— Por una razón de gustos personales, prefiero la compañía de personas fantasiosas, creativas, despistadas, intelectualmente imprecisas, con escaso rigor lógico, y lo que me dicen, tanto puede ser verdadero como inventado. Ellos no sabrían diferenciar uno de otro aunque se lo propusieran.

— Muchas veces yo «tengo que mentir» para evitar «males mayores» (¡no tengo más remedio!) y esto me hace pensar que los demás hacen lo mismo.

— Algunas personas me mienten sin motivo.

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domingo, 17 de mayo de 2009

La seducción del enemigo

Analizante — ... simplemente lo dejé plantado porque cada vez era peor. Mi sesión empezaba a las cuatro de la tarde y me hacía pasar a las cuatro y diez, a las cuatro y cuarto y yo sabía que no estaba haciendo nada. Sólo me hacía esperar porque sí, para molestarme. Algún día me mandará a la secretaria para cobrarme en el hospital como otras veces. ¡Un desconsiderado!

Ayer estuve con mis padres y me hermano en Cerro Alto. Ellos son el motivo de mi tristeza.

Vivía con ellos hasta que me vine a la capital a estudiar medicina. Todo cambió para mí. Aquello era un aburrimiento constante y a pesar de lo mucho que los quiero, no podía evitar ponerme de malhumor y tratarlos mal.

La diversión que tenían era recibir a los vecinos, tan mediocres como ellos, capaces de gastar horas contando historias de gente que había logrado curar a la vaca de una herida en la pata, o que había parido la chancha, o que los manzanos estaban apestados, o que a la Matilde la están engañando con una prostituta nueva que llegó al quilombo.

Son gente dulce, amorosa, que tiene una existencia muy sencilla, que puede reírse a carcajadas por un chiste contado por tercera vez, que pueden comentar la película que vieron en el cine durante semanas, deteniéndose horas en detalles tan superfluos como la puntilla de un ruedo o la puntería de un vaquero.

Analista — ¿Cómo describe su propia vida?

Analizante — Ahora estoy esperando mejorar mis ingresos para especializarme en oncología pediátrica. Adoro a los peladitos como les digo yo, cómo logran soportar los tratamientos y cada vez que los colegas pueden darle de alta a un pequeño todos los que lo ayudaron veo que sienten una felicidad que mucho desearía para mi vida.

Analista — ¿Qué le hace pensar que eso la haría feliz?

Analizante — El analista que acabo de largar llegó a decirme que el recuerdo que tengo de mi infancia me resulta tan desvalorizante que lo que en realidad me pasa es que me identifico con los niños que no tienen éxito en su lucha contra la enfermedad. Pero, ya le digo, no se cansaba de suponer disparates.

Analista — ¿Realmente cree que es una interpretación disparatada?

Analizante — Quizá no lo sea pero ¿para qué me sirve saber eso? Sigo sintiendo lástima de mí misma, cada vez que voy a la casa de mis padres la amargura me dura una semana, la tristeza me sigue como la sombra.

Analista — Quizá la sombra que la sigue es su deseo de tener una enfermedad tan temible.

Analizante — Algo de eso puede haber.

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sábado, 16 de mayo de 2009

Ingeniería psicoanalítica

Consumimos energía para seguir viviendo y la recuperamos mediante la alimentación y el descanso.

Todas las variantes del dolor (hambre, cansancio, asfixia) nos estimulan a buscar la recuperación. En el acto de ser estimulados (por el dolor) se inicia el movimiento hacia la solución que nos permita seguir viviendo.

Los ingenieros han copiado de mil maneras este mecanismo para «inventar» motores, represas, sistemas.

Es más fácil entender un motor que a un ser humano. Por eso les pongo el ejemplo de un ser humano pero como si fuera un motor.

Cuando todo anda bien, el motor rinde al máximo consumiendo el mínimo (de combustible). Cuando anda mal (pero todavía funciona), rinde poco consumiendo mucho.

En las personas pasa algo parecido: cuando no funcionamos bien, rendimos poco.

Por ejemplo,

1) Por alguna razón, demasiadas cosas parecen temibles, amenazantes, imposibles de hacer (fobia).

2) No podemos recordar información personal importante, que es demasiado amplia para ser explicada por el olvido ordinario (histeria).

3) Tenemos que confirmar innecesariamente que cerramos el grifo del gas (obsesión).

Las deficiencias en nuestro funcionamiento siempre incluyen una pérdida de energía lo cual es preocupante si tenemos en cuenta cuán necesaria es para que podamos seguir viviendo.

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viernes, 15 de mayo de 2009

«Hay que COMBATIR la violencia»

En los artículos mencionados al pie de éste, comparto con ustedes ejemplos en los que la violencia parece ser propia de nuestra naturaleza, aunque simultáneamente no paramos de condenarla.

Yo creo que el intento de comprender algo no necesariamente implica volverse tolerante ni permisivo ni mucho menos defensor de eso que se entiende, se comprende, se conoce. Por el contrario, me parece que es esta creencia la que evita acceder a soluciones genuinas.

También es rentable (aunque desagradable, lo admito) buscar primero cuál es la participación responsable que tenemos en el fenómeno que se trata de evitar.

Pondré un ejemplo: En el planeta vivimos muchos y de diferentes especies: mamíferos, vegetales, insectos, peces.

Aplicando la Ley del más fuerte, combatimos agresivamente todo lo que se oponga a nuestros intereses. Tratamos de aniquilar las bacterias y virus que nos enferman, destruimos los bosques donde queremos plantar soja, atacamos a los insectos que tipificamos como «plaga».

¿Alguien se pondría a discutir sobre la conveniencia de ser violentos con los otros dueños del planeta que nos molestan?

Por ejemplo, este planteo puede provocar en usted una descalificación automática. Si está en contra de nuestros intereses, no hay nada que pensar: hay que quitarlo del medio.

Esta actitud aparece cada vez que nos sentimos atacados y no solamente por seres de otras especies: también de la nuestra. El lema que cada tanto reaparece y que dice «El que mata debe morir», sólo puede ser neutralizado si podemos moderar sus causas, que seguramente son nuestra propia condición violenta, intolerante, agresiva.

Quienes se creen por encima del bien y del mal, son parte del problema.


Artículos relacionados: La violencia invisible y La discusión deportiva

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jueves, 14 de mayo de 2009

Las teorías ilegales

Cuando tratamos de entender lo que nos pasa y lo que nos rodea, llegamos a un punto en el que no podemos seguir porque nos faltan datos o inteligencia.

A los seres humanos nos pasan cosas que pueden ser explicadas si suponemos que existe una parte de nuestra psiquis que funciona, nos influye pero de la que no podemos saber cuáles son sus contenidos.

Esto pasa en muchas ciencias: cuando no sabemos realmente qué sucede, creamos una teoría que pueda explicar todas las incógnitas.

Pasa algo parecido con los turistas que ingresan a los Estados Unidos (o cualquier otro país) y que luego se quedan a vivir como inmigrantes ilegales. Pueden pasar años sin que las autoridades de Inmigración tomen alguna medida contra ellos y viven como si fueran norteamericanos aunque en los hechos carecen de algunos derechos.

Cuando los científicos quieren saber algo y no tienen más remedio que construir una teoría porque no pueden acceder a la verdad (por falta de datos o de inteligencia) lo que hacen es instalarse en esa teoría como si fuera una verdad (al igual que los turistas que se instalan como si fueran nativos).

Siguiendo con el ejemplo, ambos están en una situación ilegal porque cuando la teoría se trata como si fuera una verdad se comete un error tan evidente como cuando un inmigrante ilegal pretende acceder a los derechos de un inmigrante legal o de un nacido en el país.

El psicoanálisis puede resolver muchos problemas psicológicos, puede aportar gran calidad de vida, ha logrado revolucionar el pensamiento, pero no deja de ser una teoría. De modo similar, los inmigrantes ilegales suelen ser muy útiles al país que los recibe, económicamente son rentables, socialmente aportan su riqueza cultural, pero no dejan de ser personas que viven en una situación irregular expuestas a que algún gobierno los deporte.

De modo similar, las teorías del inconsciente, del Edipo, de la represión, son ideas muy interesantes, un manejo idóneo de ellas mejora la calidad de vida de muchas personas, pero no dejan de ser teorías sujetas a ser rectificadas.

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miércoles, 13 de mayo de 2009

«Soy celosa con quien estoy en celo»

El voto de castidad es una extraña disciplina impuesta por la Iglesia Católica a sus curas y monjas.

Es bastante frecuente que nos enteremos de sacerdotes que transgreden ese compromiso teniendo relaciones sexuales, sin embargo es raro que se tenga noticia de una transgresión realizada por monjas.

Esto podría ser un hecho que justifica mi creencia en que los seres humanos somos animales que no tenemos un período de celo como los demás mamíferos pero que sin embargo también entre nosotros es la hembra la que propicia o no la relación sexual.

Los varones estamos en permanente oferta y son las mujeres las que, por algún motivo probablemente hormonal, se sienten interesadas en copular con alguno de nosotros.

A partir de ese impulso femenino a fornicar y por razones culturales, suceden varios eventos en los que aparentemente fue él quien la sedujo tomando la iniciativa.

Si aceptamos que siempre son las hembras de nuestra especie las que nos elijen y estimulan, es posible dar una explicación a que los sacerdotes transgreden más veces su voto de castidad.

Cuando una mujer desea a un sacerdote tendrá ciertas actitudes ante él que lo provocarán para tener relaciones sexuales con ella y es de buen cristiano tener la humildad de reconocer que no somos tan omnipotentes como para desobedecer las órdenes de la naturaleza.

Las monjas quizá estén menos expuestas a buscar un compañero sexual porque su propia sexualidad se aparta de lo normal desde el momento que tomaron los votos de castidad.

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martes, 12 de mayo de 2009

Si yo fuera mujer

¿Cómo hace alguien para tener un cuerpo capaz de procrear y alimentar sin caer en la inmodestia?

¿Cómo hace alguien para no caer en conductas licenciosas, libertinas, de desenfreno sexual, si posee un cuerpo con varias zonas erógenas (vagina, clítoris, pezones, etc.) y capaz de tener muchos orgasmos?

¿Cómo hace alguien para tener al primer objeto de amor de su mismo sexo (la madre) y luego no ser homosexual?

Los hombres tenemos una situación muy diferente.

A falta de útero y senos, para poder sentirnos realizados tenemos que ganar un Premio Nobel, crear un imperio económico, conquistar tierras lejanas.

Nuestro cuerpo tiene una zona erógena de unos tres centímetros cuadrados de superficie y después de tener un orgasmo quedamos fuera de juego por bastante tiempo.

Aprendemos a amar con alguien del género opuesto (nuestra madre), o sea que luego nos resultará fácil ser heterosexuales.

Si yo fuera mujer seguramente estaría desmesuradamente orgullosa por lo que mi cuerpo es capaz de generar, viviría entregada al desenfreno sexual y por lo menos sería bisexual aunque muy probablemente optara por ser lesbiana.

Los varones siempre hemos gobernado a hombres y mujeres pero nos hemos puesto en lugar de ellas pensando que nosotros haríamos algo muy diferente a lo que ellas hacen.

Extrañamente, las cárceles están llenas de hombres que transgreden leyes pensadas por hombres y apenas hay unas pocas reclusas.

En suma: A una mujer no podría entenderla ni siquiera otra mujer.

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lunes, 11 de mayo de 2009

La discusión deportiva

Dos personas tienen un conflicto de intereses y pueden sentarse a buscar una solución o pueden delegar esta tarea en sus abogados.

Casi seguro que si participan los abogados es porque ellos dos no pudieron llegar a un acuerdo. Más aún, quizá no pudieron mirarse a la cara y mucho menos hablarse.

Pero ese conflicto de intereses entre dos personas puede ser llevado al terreno deportivo y ser utilizado como un juego.

Los deportes competitivos plantean e intentan resolver el conflicto entre dos o más jugadores (o equipos) que «dicen ser los mejores».

El tenis parece una discusión cuidadosa. Sus propias reglas incluyen la instalación de una red que impide el contacto físico. Algo similar sucede con el voleibol.

Pero cuando los participantes (jugadores y espectadores) prefieren un poco más de violencia, de contacto físico, de riesgo, resuelven su conflicto de interés (determinar quién es el mejor) utilizando juegos sin red (fútbol, basquetbol, rugby, hockey).

De estos ejemplos podríamos extraer cuatro ideas por lo menos:

1) Que el uso del lenguaje puede ser suficiente para resolver los conflictos de intereses que podamos tener (ya sea usado por los interesados o por quienes los representen);

2) Que uno de los conflictos que nos enfrentan tienen que ver con determinar «quién es mejor o superior a quién»;

3) Que los humanos disfrutamos prescindiendo del lenguaje para resolver nuestros conflictos y por eso usamos los juegos para que la inevitable violencia del lenguaje corporal «no pase a mayores»;

4) Que la violencia condenable (contra niños, mujeres, ancianos) se produce porque de alguna manera disfrutamos con ella.

Dejo constancia que a propósito no menciono el boxeo masculino y femenino.

Artículo relacionado: La violencia invisible .


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domingo, 10 de mayo de 2009

Mejor no preguntar

Consultante — Mi hija más chica es increíblemente parecida a mi tía, con quien tuve una historia secreta digna de escribir una novela.

Ella era la hermana menor de mi mamá y siempre fue de vestirse y maquillarse como para filmar una película.

Aunque yo era 6 años menor, estuve locamente enamorado de ella y casi toda mi actividad autoerótica estaba estimulada por su imagen, su voz, sus gestos, su cuerpo.

Ese enamoramiento tuvo un fuerte tropiezo cuando nos presentó a su novio. Un tipo común y corriente, empleado de comercio, un «don nadie» diría.

No tardé mucho en suponer que ese casamiento no era más que una pantalla para que nuestro vínculo se concretara en algún encuentro sexual como el que yo deseaba.

Ella no dejaba de alentarme mirándome de una manera especial, caminando por delante mío para que mi deseo no perdiera pasión, hablándome con una voz sensual que me hubiera gustado grabarla para poder escucharla una y otra vez.

Fue pasando el tiempo, naturalmente yo tuve que casarme también, por supuesto con alguien que se pareciera a mi tía y fue así como mantengo esta relación con mi esposa imaginando que estoy con mi verdadero amor.

Para mayor realismo de mi deseo, mi hija más chica es un calco de mi tía.

Han pasado ya 12 años de su casamiento y 9 del mío, y yo siempre alentando la esperanza de que algún día pudiéramos encontrarnos para descargar dentro de ella todo este erotismo que nunca perdió intensidad, pero pasó lo que no tenía que pasar.

En una reunión familiar tomé conciencia de que mi prima es la mejor amiga de mi adorada tía, entonces, como quien no quiere la cosa, la llamé un día para hablar de bueyes perdidos y cuando me pareció oportuno, le pregunté sobre el marido de mi tía, ese «don nadie» que todavía seguía casado con la mujer más hermosa del planeta.

Y ahí sucedió lo peor: mi prima me dijo con la mayor naturalidad del mundo que son una pareja muy feliz, que ella no se cansa de hablar maravillas de su marido, que siempre estuvo y sigue estando perdidamente enamorada de él.

Ahora no tiene sentido que yo siga casado y la consulto porque no sé cómo encarar el divorcio.

Terapeuta — Se nos agotó el tiempo. Seguimos en la próxima.

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sábado, 9 de mayo de 2009

Vamos a venir (?)

Manuel Machado fue un poeta español (1874-1947) que escribió:

Todo es hasta acostumbrarse,
cariño le toma el preso
a las rejas de la cárcel
,

Como suele pasar en toda familia, algunos hermanos llegan más lejos que otros. Así fue en este caso porque Antonio Machado (1875-1939) fue mucho más famoso y escribió:

En el corazón tenía
la espina de una pasión.
Logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón,


La poesía está más cerca del inconsciente que la prosa y será por eso que tan pocos poetas saben comunicarse para que todos los entiendan.

Los hermanos Machado nos están hablando de algo que preocupa a los científicos desde siempre y es lo que Freud llamó «la resistencia a la cura».

Efectivamente: es difícil de entender por qué alguien quiere curarse y a la vez quiere NO curarse. Sin darse cuenta algunos enfermos sabotean los intentos terapéuticos del profesional.

Lo interesante de este comentario que comparto con usted es que, como una rareza más de nuestra forma de ser, como una muestra más de que el sentido común sabe menos de los que se piensa, nuestro bienestar puede estar siendo perjudicado por nosotros mismos sin darnos cuenta.

Por eso, cuando alguien le dice a un psicoanalista que desea mejorar su salud mental, éste trabajará colaborando con el deseo de mejorar y frenando el deseo de no mejorar.

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viernes, 8 de mayo de 2009

Reciclaje de mitos

La ciencia está logrando que las personas podamos vivir más años. Esto ha modificado la estructura de la sociedad y cada vez hay más cantidad de personas de edad avanzada.

La que parece liderar esta importante transformación es la medicina. Los éxitos terapéuticos y las acciones preventivas logran que muchas personas sorteen exitosamente inconvenientes de salud que antes eran mortales.

En este estado de cosas también se modifican algunos puntos de vista que son el motivo de este artículo.

Antiguamente se consideraba que la longevidad era el justo premio a una vida virtuosa. Algunos mitos de aquella época eran, por ejemplo:

La edad vital de una persona se medía por la cantidad de años que tenía y no por su desempeño real. Hoy tenemos gente de pocos años con envejecimiento vital y gente con muchos años con juventud vital;

Era normal que un joven fuera más productivo que un anciano, pero ahora, cuando la productividad depende menos del rendimiento físico, alguien con muchos años puede ser más productivo que otro con menos años;

Se consideraba que con los años se va perdiendo el interés por las cosas, pero eso ahora depende de la actitud de cada uno;

Existía el mito de que los jóvenes eran más adaptables a los cambios que los adultos mayores;

Era clásica la serenidad de los ancianos, pero hoy tenemos jóvenes más serenos que algunos veteranos.

En suma: Quizá antes teníamos dos categorías que eran «jóvenes y viejos» mientras que hoy tenemos dos categorías que son «jóvenes y enfermos».

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jueves, 7 de mayo de 2009

Dos gotas de agua

Las personas tenemos más cosas en común de lo que imaginamos.

Si yo estuviera en su lugar, haría y pensaría exactamente lo mismo que usted hace y piensa.

Cuando digo «en su lugar» me refiero a todo: Fui hijo de sus padres, me tocó el mismo cuerpo, pasé por las mismas experiencias.

Lo que quiero decir es que usted y yo somos diferentes por una cantidad de detalles pero que en el fondo somos idénticos.

¿Cómo llegamos a ser lo que somos? Sobre una base uniforme determinada por las características de nuestra especie, se fueron sumando situaciones casuales que transformaron aquella esencia humana idéntica en algo que hoy nos parece (con suficiente razón) muy distinta.

Por lo tanto esto no lo está escribiendo usted por pura casualidad y yo no estoy leyendo «lo que usted publicó» en este blog, también por pura casualidad.

Si usted y yo nos aceptamos mutuamente es porque las sucesivas casualidades que nos fueron convirtiendo en este resultado final que somos ahora, permiten que nos aceptemos. Como la aceptación es placentera, podemos decir ¡qué suerte que nos aceptamos!

La trivialidad con la que puede ser comprendido un fenómeno tan agradable como es la mutua aceptación, también puede utilizarse para comprender el mutuo rechazo. Dos personas se rechazan porque, a pesar de ser idénticos, una serie de casualidades dieron por resultado dos individuos que no se agradan, pero en el fondo, son dos gotas de agua.

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miércoles, 6 de mayo de 2009

La fobia me da miedo

Dejando de lado lo que digan las distintas ramas del saber psicológico y psiquiátrico, una fobia según el Diccionario de la Real Academia es una aversión inevitable a algo.

No discutiré que el término se utiliza siempre para designar un fenómeno patológico, enfermizo, digno de ser atendido, evitado, curado.

Es una fobia no poder usar un ascensor, no poder caminar por espacios abiertos, huir de un gato.

Los fóbicos son personas que pueden hacer menos cosas que una persona no fóbica. Es una enfermedad limitante, incapacitante, limitadora.

Ahora me planteo algo parecido pero de signo contrario.

¿Es posible no indignarse ante ciertas injusticias?

¿Es posible transgredir un contrato (firmado o verbal)?

¿Es posible saber que un ser querido está en dificultades y no ayudarlo?

¿Es posible ver a un desconocido corriendo un riesgo de vida y no ayudarlo?

Para muchas personas que no son fóbicas (a la injusticia, a la infidelidad, al dolor ajeno), estas situaciones de vida son desagradables pero no pueden evitar una conducta que va contra su placer. Les resulta inevitable sufrir (indignándose, amonestando, auxiliando) como sufre alguien que debe subir varios pisos por escalera porque el ascensor le da pánico.

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martes, 5 de mayo de 2009

¿Qué libertad?

En el artículo reciéntemente publicado con el título ¿Ai que aser los deveres? comentaba que la libertad de pensamiento es muy relativa porque no es posible pensar fuera del idioma.

Las normas del lenguaje son bastante severas y no podemos armar una frase como nos plazca sino que debemos apegarnos a la gramática.

Más genéricamente, olvidándonos de las normas que impone el idioma que podamos usar, los humanos sólo podemos pensar como tales. No hay pensamientos inhumanos. Nuestra psiquis tiene su propia estructura y por más esfuerzo que se haga nunca se puede pensar, sentir o actuar de una forma especial. Estamos presos de nuestra condición humana.

Dadas estas consideraciones, yo no estaría tan seguro de que exista el libre albedrío. Más bien parece ser una consigna impuesta para hacernos creer que estamos mejor de lo que estamos y de paso tener un justificativo para que los transgresores a las normas de convivencia puedan ser responsabilizados, culpabilizados y castigados.

Pero hilando un poco más fino, cuando en un sistema democrático se dice que TODOS tienen derecho a expresar sus ideas, tampoco es muy cierto.

Muy pocos tienen acceso a los medios de difusión, muy pocos sabrían qué decir ante una cámara de televisión o un micrófono, casi ninguno sería escuchado y tenido en cuenta por los eventuales receptores del mensaje. Por lo tanto, es cierto que puede existir una gran libertad de expresión, pero también es cierto que ese derecho no sirve prácticamente para nada.

Con este artículo pretendo demoler creencias infantiles y ruinosas (omnipotencia, autogobierno, libre albedrío) para que podamos construir nuevas ideas personales ahora que somos adultos.

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lunes, 4 de mayo de 2009

La violencia invisible

La violencia física es un hecho social que se mantiene sobre todo porque no es posible salir de la confusión conceptual con la que se piensa y se debate.

Un gato doméstico puede convertirse en un tigre si se siente amenazado y no tiene para donde huir. De modo similar, el uso habilidoso del lenguaje puede poner en riesgo la salud mental de muchas personas.

Me corrijo: muchas personas creen que ante ciertas agresiones verbales pueden enloquecer si no detienen ese discurso perturbador. Esa creencia se convierte en certeza para quien se siente amenazado y no sabe cómo huir.

En ciertas circunstancias, una oración puede equivaler (y hasta superar) la contundencia agresiva de un golpe en la cara con el puño cerrado.

Vuelvo al gato: Si alguien acorrala al felino para vacunarlo para que no se enferme, éste no sabe que lo quieren proteger y se siente amenazado de muerte. Reacciona por lo que él siente y no por lo que realmente está sucediendo. La verdad del gato es distinta a la verdad del veterinario.

¿Con qué criterio evaluamos la violencia?

La condena casi automática a la violencia física está desconociendo torpemente la violencia psicológica, los chantajes emocionales, la habilidad discursiva puesta al servicio de destruir moralmente al adversario.

Está de moda condenar la agresión física y está de moda ignorar la violencia psicológica. Está de moda considerar que siempre el golpeador más aventajado físicamente es el victimario sin evaluar la agresión del golpeador más aventajado intelectualmente.

Omitir estas consideraciones es la mejor forma de perpetuar la violencia en general.

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domingo, 3 de mayo de 2009

Ministerio de loterías

— … claro, ahora que llegamos al gobierno podremos poner en práctica las ideas que tenemos elaboradas desde que nos formamos como partido político.

Yo no sabía cómo ganar dinero con mi invento hasta que tuve la suerte de conocer al psicólogo social Bermúdez que es un maestro manipulando el deseo de la gente.

Nuestra campaña del primer período consistió en generar la mayor disconformidad posible sobre lo que fueran temas económicos. No solamente que Bermúdez se las ingenió muy bien para que los sindicatos fueran especialmente agresivos en sus reivindicaciones salariales, sino que conseguimos inversionistas muy poderosos —extranjeros, por supuesto— que nos prestaron los recursos para una publicidad muy intensa en todos los medios.

Esta campaña que nos dio el triunfo hizo especial hincapié en la promesa de rebajar los impuestos 19%. Esta cifra quebrada le da credibilidad a la promesa. Aún cumpliendo esta promesa ganaremos muchísimo dinero porque gracias a mi invento nos quedará libre todo lo recaudado. Con eso pagaremos los intereses a los inversionistas extranjeros y nos alcanzará para que nuestras campañas publicitarias impidan que otros lleguen al gobierno.

El invento es muy sencillo: determinaremos qué números saldrán a la lotería aunque la sensación de azar que dan las bolillas voladoras seguirá estando. La apariencia es idéntica, sólo que las bolillas emergentes del torbellino de aire están predeterminadas electrónicamente. Un simple efecto de ilusionismo.

Todo el mundo sabe que los pozos acumulados son los que aumentan las apuestas y a partir de ahora acumularlos será muy fácil. También es sabido que los que sacan el premio mayor nunca quieren darse a conocer, por lo tanto si nos quedamos con él, nadie sospechará. Cada tanto haremos que algún ciudadano común logre un premio atractivo y «por error» se filtrará la información a los medios.

La mayoría del dinero lo haremos llegar a los pobres que son los que más juegan a la lotería y por lo tanto mantendremos un grado de bienestar con la seducción que genera todo gobierno de corte populista como el que ya tiene diseñado Bermúdez. Este invento no tiene falla y nos sirve a todos. No tenga duda.

¿Qué le parece, le gustaría comprar el invento para aplicarlo en su país?

— Déjeme consultarlo. En una semana le contesto.

— De acuerdo. Disculpe el examen médico tan invasivo pero nos cuidamos de una grabación no autorizada. Ya puede vestirse Monseñor.

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sábado, 2 de mayo de 2009

¿Quién ocultó las causas?

Les propongo un razonamiento que formalmente es correcto, pero que puede ser aceptable o no. Ustedes dirán.

Si usted fuera gobernante, ¿decretaría alguna de las siguientes normas?

1) Una vez constatado que existe un grupo de ciudadanos que por padecer una cierta disfunción pancreática (diabetes) no pueden metabolizar adecuadamente el azúcar, se prohíbe terminantemente la producción, distribución y venta de este edulcorante de origen vegetal.

2) Habiéndose sabido de fuentes confiables que los integrantes del conjunto musical The Beatles, consumieron LSD (dietilamida de ácido lisérgico) cuando compusieron melodías inolvidables, procúrese estimular a los estudiantes de música del país para que consuman la referida droga psicodélica.

3) Visto que muchos consumidores de pasta base de cocaína delinquen para obtener los recursos económicos que permitan la compra de la droga, se prohíbe su venta.

Lo que proponía como razonamiento es lo siguiente:

1) Habría que colaborar en la curación de la diabetes y no prohibir el consumo de azúcar.

2) El LSD solo estimula la genialidad personal. No la genera.

3) Los consumidores de pasta base de cocaína que delinquen deberían ser tratados en la enfermedad mental que les provoca actitudes antisociales. Prohibir la venta de la droga es como prohibir la venta de azúcar o estimular el consumo de LSD.


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viernes, 1 de mayo de 2009

Juntos pero separados

Varias veces he comentado que todos necesitamos ser amados. Los humanos no podemos vivir aislados, aunque para vivir en sociedad también tenemos que hacer algunas cosas para diferenciarnos del resto.

El funcionamiento mental reclama que sepamos diferenciarnos del resto (discriminarnos) y también nos reclama sentirnos integrantes de la sociedad. Para que se cumplan ambos propósitos contrarios, tenemos que atraernos y rechazarnos mutuamente.

En algunos momentos debo sentir que formamos una pareja, una sociedad y un equipo usted y yo, pero en otro momento debo tomar distancia de usted para sentirme individuo. Cuando estoy en esta fase de nuestro vínculo, se presentan situaciones en las cuales mis emociones me llevan a establecer que soy yo o usted.

Con el Y nos unimos y el la O nos separamos.

Como habrá podido apreciar la palabra YO no deja de ser una sigla que significa unión (usted Y yo) o significa desunión (usted O yo).

En ambas circunstancias, nuestras fases de unión o desunión están mediadas por palabras. Para unirnos o separarnos apelamos al diálogo. Si no usamos las palabras para procesar ambas modalidades de nuestro vínculo, apelaremos a formas de conducta más primarias, más arcaicas y probablemente más rudas, precarias, bestiales.

Por lo tanto, cuando digo YO, le estoy informando que tanto quiero unirme con usted como mantenerme independiente. Dicho de otro modo: deseo que estemos juntos pero no fusionados.

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